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Si dijese que el Centro Comercial de Almería se muere, ustedes pensaran que no digo nada que cualquiera no haya pensado o incluso razonado tras un paseo por la calle Artes de Arcos, Hnos Pinzón, Altamira, la Calle granada o la Murcia…, todos vemos lo que pasa en nuestra ciudad, pero a diferencia de lo que ocurre en la novela “Crónica de una Muerte Anunciada” de Don Gabriel (García Márquez), en la que todos intentan evitar el desenlace aunque no lo consigan, en Almería nadie hace ni por mirar para otro lado, mientras se consuma la muerte del Centro comercial y social de Almería.
Obviamente es un tema complejo, pero eso no debería asustar a nuestros políticos municipales para comenzar a realizar acciones que, por lo menos, quieran evitar lo que parece inevitable de seguir las cosas como van. A este respecto me gustaría aportar algunas consideraciones que me parecen tanto como adecuadas, urgentes, me refiero entre otras a la necesidad de limpieza tanto de las calles en sí, como de los locales y escaparates abandonados.
Parece que es imposible que cuando un bajo comercial se cierra los propietarios mantengan adecentado el inmueble; todos pasamos por locales cerrados, en los que los escaparates acumulan suciedad hasta cegarlos como si fueran una pared de barro, los garabatos con pintura inundan las paredes, las puertas de entrada se colapsan con latas de refrescos o bolsas de basura, y si el escaparate cerrado tiene opciones de asiento, comienza a tener “inquilinos”que pasan las horas comiendo y bebiendo cuando no increpando o molestando a los viandantes. Cuando esto ocurre los locales colindantes se resienten, a ellos acude cada vez menos clientes y terminan cerrando, para comenzar de nuevo el ciclo; a ésto (al ciclo) es a lo que llaman “síndrome del cristal roto”.
El Síndrome del Cristal roto, es un proceso por el cual el a partir de que se produce un pequeño daño o suceso negativo sobre el que no se actúa, “caos” progresa apoderandose poco a poco del espacio publico. Es por tanto que hay que evitar o corregir este suceso inicial para que el ciclo no comience, evitando así que todo el entorno fluya hacia la dejadez, el abandono y el cierre.
En cualquier caso, no solo la limpieza de los locales cerrados y su entorno son necesarios para evitar que el dichoso Síndrome acabe con nuestro comercio minorista, se hace preciso que los poderes públicos manden a la policía local vigilar y evitar que personas “ociosas” hagan suyo el espacio convirtiéndolo en bebedero o sala de siesta particular, entre otros; también las chicas y chicos que ofrecen servicios ajenos a los negocios de la zona proliferen y molesten a los viandantes, y en general se requiere de una iluminación, ornamentación y activación especial en estas zonas.
Lo de la policía local y las ordenes de servicio, parece claro; necesitamos que los poderes públicos se tomen en serio ésto y mediante campañas policiales, “aburran” a los ciudadanos que hacen mal uso de nuestras calles. En relación con la iluminación y ornamentación, poco hay que decir, salvo que nadie acude a sitios con poca gente y menos si están poco iluminados, lo que hace que acuda menos gente y así hasta que el cierre de los locales y el abandono de los vecinos los hace lugares problemáticos.
Y en relación con la activación del centro, aconsejo a los políticos municipales que lean el programa del partido por el que me presente en las pasadas elecciones locales, sin duda en él encontraran muchas actividades que permitirán convertir el centro de Almería en un lugar optimo para ir de compras y un atractivo turístico para cruceristas y visitantes. ¡Ah!, y por el gasto en estas acciones no se preocupen, su costo es inferior a la cuantía del pago de intereses por atrasos y sentencias judiciales que lleva acumulado nuestro ayuntamiento en los dos últimos años.
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