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Evoco tiempos donde la peseta era la batalla a conquistar. El enseñar un billete de mil pesetas en un Guateque, era bailar con la más guapa y los varones enseguida se encargaban de cambiar tu status para coronarte. Eran tiempos donde a la novedosa palabra de corrupto, se le denominaba malhechor. No por lo mal hecho que estaba el tipo sino por acaparar hasta las perras gordas de sus vecinos.
Se suavizaba el adjetivo ya que nuestra Real Academia estaba exigua de definiciones y sinónimos.
Con una “perra gorda” invitabas a tu amiga al cine y disponías de dos asientos. Si disponías de cinco duros, la chica en seguida discurría que un asiento era suficiente para los dos. Con una “perra chica” te merendabas un bocadillo de calamares. Eran monedas que no se desgastaban como los céntimos de euros. No desteñía el pantalón y no necesitaba lavarte las manos como hacemos con la calderilla del euro.
Añoro los billetes de quinientas pesetas azules y los de mil verdes que al darlos para pagar una consumición, parecía que lo que te proponías era comprar el bar.
Con la llegada del tendencioso y nefasto euro, quedo en desuso la popular sinfonía de nombrar nuestra moneda acompañada de vivencias y chascarrillo que todos hemos pronunciado alguna vez: El “Ser mas salao que las pesetas” “Nadie da duros por pesetas” “Gustar mas que las pesetas” para acabar señalando a alguien como “Ser un pesetero” Esas monedas pelirrojas que nos alegraban la vida en cines, guateques, puestos de pipas y hasta limosnas. Recuerdo una frase del escritor catalán Santiago Rusiñol, muy propenso a repartir limosnas a los pobres y siempre les decía: “No vayas a gastártelo en vicios. ¡Gástatelo en vino…! Era unas “perras chicas” que el repartía con cierta filantropía.
Entramos en el euro bajo engaños, trampas y artimañas y los españolitos de los “ocho cuartos” perdimos hasta la sonrisa: El 21 de Noviembre del 2000, finiquito la producción de los billetes dejando a Rosalía de Castro, los Reyes Católicos, Goya, Falla, Velazquez, desamparados. El 19 de Junio del 2001, acabaron con el peculiar tilín de las monedas. La moneda de cien pesetas, fue la ultima pieza que salio de las maquinas de impresión. Se retiraron 12.000 millones de pesetas.
Al mismo tiempo que cambiaron a Franco y su Gracia de Dios, también la RAE se puso mano a la obra para definir al malhechor como corrupto.
Pasamos del “ocho cuartos” a un euro 166.386 pesetas para martirizar aun mas a nuestras abuelas cuya calculadora eran sus dedos.
Con la nueva moneda en vigor, se acuño también una casta nueva. Una solapada casta que no aparecían en los antiguos billetes pero eran de sobra conocidos. Que no servían como moneda de cambio pero si pasar al dominio económico sin pagar billete. El euro, era muy goloso y podía atravesar fronteras aunque algunos prefirieron quedarse en los Pirineos por aquello de tenerlo cerca.
- El Euro, - apunta mi regadera mientras trata de sacarle brillo a un retrato de Rodrigo Rato - ha desacreditado a la clase política. No es lo mismo que robar pesetas que como bien dices, empezaron los malandrines, siguieron los malhechores (que también se les podía llamar bandoleros) y que contaban con el atenuante de peseteros con la gracias de Dios a cuesta, que con euros Varias generaciones pagando el pan con maravedíes. Los segundos con pesetas como moneda de cambio y en nuestra actualidad acogiéndose a una dudosa Amnistía Fiscal donde la RAE se ve de nuevo inmerso en buscarle definición.
- Esplendida exposición – proclamo sin demostrar mucho entusiasmo ya que la misma me la va a echar en cara mas de una vez- Hay una palpable diferencia entre la peseta y el euro. La peseta tenía fronteras y el euro es moneda rutera. La que atraviesa aduanas sin importarle que los agentes aduaneros vistan uniformes de distinto color: Mientras la peseta tenía ámbito estatal y sufría el cerco de la devaluación, el euro es protagonista y decide a que Países hay que empobrecer y los que hay que levantar. Quizás por ello, lo exportan a otros Países antes que le de por desteñir. Viendo el caso; la peseta levantaba ilusiones en poseerlas mientras el euro despierta codicia.
- Es verdad. – asiente mi regadera – Fíjate que con el dominio de la peseta, había pocos Bancos y las Cajas de Ahorros se llamaban Monte de Piedad y millones de españolitos escalaban dicho Monte buscando consuelo. Hoy en día, hay más Bancos que Escuelas. Tiranos enriquecidos que declaran herencia familiar. El euro, extermina conciencia patriótica que refleja el desclase social y acentúa la desigualdad. No es que antes fuerais iguales a la vera de la peseta sino que parecía que todos se repartían equitativamente el pan.
- Es curioso – apunto gozoso de quitarle exclusiva - Nuestra añorada peseta, aun existe y es moneda de curso legal. En la Zona Liberada del Sahara Occidental, se sigue empleando para comprar dicho pan y los escasos recursos con que cuentan.
Juan Marcelo
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