|
|
| PUBLICIDAD
|
Media hora disolviendo con su cucharilla el azucarillo del café con leche. Una vez disuelto el azucarcillo, depositaba la cucharilla en el plato con gesto amable y agradecido como dándole las gracias por el esfuerzo realizado. Casposa trayectoria a través del himno nacional y refulgentes estrellas de seis puntas sobres sus solapas. En su mesita de noche, siempre había dos vasos de agua: Uno lleno por si tenía sed a medianoche y otro vació por si no le agobiaba dicha sed. Esta casta metódica donde las dos en punto no eran las dos y cinco ni las dos menos cinco. El cielo te cae encima pero si estas citado a las dos, la única salvaguarda excusable seria que tu tardanza se debe a la nueva buena de que Gaspar Zarrías se ha quitado el bigote. La casta mediática donde el chiste tenía varias interpretaciones pero todos estaba sujetos a reírse sin sobresalir en estridencia. Todos a coro. “Cantemos todos a coro; Cantemos todos al oro…” En juego, la prole que arrastra. La “casta” engendrada.
Metódicos en salir por la puerta con el pie izquierdo. Sistemáticos con el orden establecido porque ponía en juego su empleo y sueldo.
Me he criado en una casta donde intentaban buscar en el Diccionario la definición de “mejoras sociales” y desaparecieron sin lograr que académicos de la RAE acordaran el correcto aserto. Todos en busca de la palabra desigualdad y siempre topetando con la escalera de los estratos sociales. Ya digo: Desaparecieron con muchas incógnitas. Quizás esperanzados que nuevas generaciones utilizaran la palabra “CASTA” en su justa medida. Mientras, todos sujetos a entonar la canción preferida por retrógrados gobernantes y su nueva e innovadora ralea.
- Perdona -irrumpe mi regadera mirándome de reojo a ver mi expresión por si es de enojo o expectante por la interrupción – A propósito de tu introducción y procediendo de una casta aneja que no has podido evitar, tengo en mi caño escondido una parrafada de la Condesa del Fogoso Frenesí que dice de la casta: “La casta son abuelos que han alcanzado un desarrollo total en nuestra convivencia y beneficios sociales y bien atendidos Un bienestar inimaginable en el último siglo. Que millones de españoles han vuelto para poder disfrutar de las oportunidades que se le ofrecen en su País. Que gozamos de libertad. Que ya estamos a la altura de otros Países como Alemania, Inglaterra o Francia. Que hemos pasado de un Régimen Dictatorial a uno de libertades y respeto. Todos esos logros, los ha hecho los que llaman con desprecio; “la casta” Habría que clamar y convencer que no todo ha sido un memorial, un manual de expolios. El cambio de sociedad ha redundado para bien y no podemos permitirnos entregarnos al primer salvador o iluminado que pase por la calle repartiendo ilusiones” ¿Qué te parece el “fogoso frenesí” de la Condesa…?
- Si se tratara – contesto serio y midiendo muy mucho la entonación – de una luchadora fémina que se pasa el día fregando escaleras. Limpiando pisos para sacar a los suyos donde la arcaica casta la ha encuadrado, estaría de acuerdo con ella pero se trata de un pensamiento de una casta de raigambre casi exótica. Su opinión no es valida. La que friega el piso, merece más crédito. Por lo visto – prosigo - la casta a la que alude y defiende la Condesa, solo le reconoce méritos y logros. No examina que la misma, ha hundido al País. Ha permitido que de paso a un Régimen empeñado en arruinar y saquear toda una Nación. Ha contribuido al expolio sistemático. Ha mimado al embaucador, al corrupto. Que son ellos los asesores de Bancos que desalojan a personas de sus viviendas. Que emplean recortes a los recursos más sensibles de la población como sanidad y educación. Que la libertad de expresión ha quedado como un murmuro poco inteligible. Que del terrorismo de estado han pasado a la mafia establecida.
Que no tiene nada que ver con mi “casta familiar” antes aludida. Que no nos equivoquemos: Que los que no están, vuelvo a repetir, desaparecieron sin saber si eran casta o sobrevivientes.
¡Posiblemente hoy en día se revuelvan en sus tumbas buscando amparo! Que no se imaginaban ser precursores de una ralea que tenía como fin el enriquecimiento personal con la persecución y finalidad de demoler y devastar un País cuyos gobernantes asumen indiferentes que la rapiña, el robo la malversación y la sustracción tolerada a esa casta, la conviertan en sutil penitencia y se intente tapar, encubrir, al pueblo que pide explicaciones.
Que esta casta, no son ningún legado de mis padres.
-Sigue la Condesa –recalca mi regadera sin inmutarse por mi excitación - que aflora en el horizonte un Partido Político que quiere ser una nueva casta. Una casta que nos aleja de Europa y nos acerca a la casta sudamericana. La que exhibe su patriotismo a través de vistosos chándal con los colores nacionales. Formas trasnochadas de hacer política recordando cuando expulsaban a los portadores de cascos bélicos españoles con airones; penachos de plumas. Toda esa avanzadilla sudamericana cuya historia más relevante son los golpes de estado como patrimonio nacional, es la que quieren importar a España. ¡Cuatro profesores universitarios bajo una misma bandera y con las mismas ideas! Se pregunta la Condesa: ¿Dónde encuadramos a esta nueva casta?
- Habría que aclararle a la señora – contesto rápidamente - que estos lodos proceden de antiguos fangos. Que no son casta moderna engendrada por un Régimen que consiente que desaparezcan borradores comprometidos y al encausado en ellos se le consienta irse a esquiar a Baqueira como penitencia. Este pueblo de casta-idiota que observa día a día todo este embrollo de camuflaje y ocultamientos, no tiene negativa replica en las urnas sino que encima, vuelven a votarles. La casta engendrada por ellos, prevalece a la ralea de sumisos compatriotas muy preocupados de que no le borren de la foto familiar antes de tiempo.
Por eso me revelo ante la injusticia de que mis padres, sean catalogados de casta añeja cuando la única mirada que tenia escuchando el himno nacional era la de sus hijos. Falleció y no tenia una camisa que le sirviera de sudario mientras mi madre siempre tenia un plato de comida para rellenar estómagos ajenos. No era una casta a exterminar. Era una casta donde no tenían más remedio que ofrecer su mejor perfil defendiendo su puesto de trabajo y oliendo todos los domingos a incienso que esparcía otra especie de calaña dominante de sotanas raídas y descoloridas por el sol. Que eran sobrevivientes no corruptos con mando en plaza. La casta sencilla de la permanencia. No el modelo, el pelaje, la especie que no hay forma de exterminar de nuevos compatriotas acuciados por el pronto aprendizaje de la picaresca nacional. Esta es la casta que hay que intentar que desparezca. Que se intente atajar que el numero de imputados no supere con creces a la Maratón de Nueva York. Que todos en esta ralea cuentan con el privilegio de irse a esquiar. Esta es quizás, la casta que defiende la Condesa sin adentrarse mucho en dividir acepciones ni mucho menos situaciones vivenciales de aquellos que ya no pueden opinar sin saber lo que eran. De aquellos que no sabían que formaban una casta que el tiempo y otros se encargaría de desprestigiar hasta el extremo de que urge y apremia su desaparición. Que estos nuevos “inquilinos” del circulo ralea, la aprovechan para esparcir “su encanto personal” mortificando a los que todavía conservan y esparcen otros encantos como es la honradez, sinceridad, moralidad e integridad. Dignos patriotas que luchan para que no haya una democracia de ricos y pobres. Los que saben que la corrupción genera descontento y ese descontento tiene que producir y engendrar a la fuerza cambios sociales.
La ralea de entonces a la conveniente obediencia y acatamiento defendiendo casa y familia para que te dejen respirar hasta la casta de nuevos modelos y matrices donde todos corren bajo el lema de: “Incorrupto el ultimo…”
Juan Marcelo
|
