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Opinión - Juan Marcelo
(La Regadera) - 15/02/2014

LA MEMORIA EN EL TIEMPO

Almeria 24h
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LA MEMORIA EN EL TIEMPO


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El hombre, sesentón, rechoncho, con marcada obesidad que le descartaba ser un asiduo a la Pasarela Cibeles, jadeaba con dificultad al depositar en el portaequipaje de su auto, los alimentos adquiridos en el Lidl de Huesca. Viendo el aprieto a que se sometía, opte por echarle una mano.

- Gracias por el detalle, maño – agradeció el hombre alzando su mirada hacia mi - Este gesto me remonta a una época donde todos éramos normales.

- ¿No le entiendo? – exclame sorprendido por su ocurrente agradecimiento – Le he visto en apuros y he querido ayudarle: Sin más.

- Me refiero a algo tan lejano como es la ayuda y la cortesía en el detalle. He buscado con reiteración en el Diccionario la palabra urbanidad y la he encontrado pero han modificado tanto el texto que no hay una definición correcta. Este gesto que usted ha tenido conmigo ya lo tenia olvidado desde que se inventaron los molestos silbatos en las manifestaciones.

Una vez depositada la mercancía, intuí rápidamente que un dialogo con esta desconocida persona seria muy interesante. Porte campechano pero dicción instruida. Gestos y expresiones muy bien dirigidos acompañando sus palabras. “Un sabio profesor de antigua usanza – me dije – aferrado a que nuevos tiempos no cambien sus ideas”

- La verdad – le conmine a continuar el dialogo cuya corrección ya imaginaba – es que en estos tiempos tan convulsos, se echa de menos una mano solidaria, solícita, que valore en algo mas al portador de un carnet de identificación personal.

- Muy cierto, amigo mío: Hoy en día es todo competitividad. Se mira al ser humano como un oponente. Un rival al que hay que eliminar. A veces, un emulo intentando captar tus buenas ideas. Se han perdido las formas de la buena convivencia. Mis tiempos son los de ceder al asiento a una embarazada Quitarse el sombrero para saludar. Interesarse por la salud familiar. Ayudar al necesitado y valorar la presencia del ser humano importando muy poco su escala o estrato social.

- Tiene usted toda la razón. – asentí con rotundidad e ilusionado por el cariz que estaba tomando el asunto - La sociedad ha creado un monstruo llamado competencia donde lo material sobresale de lo puramente humano. Estamos abocados al desafío diario. La convivencia se torna en recelos y la buena voluntad en desconfianza.

- Desde luego. – asevero el hombre - Mirar al desconocido en previsión de que te quite algo, ya es de por si alarmante aunque muy en consonancia con los tiempos que corren. Ayudar al prójimo parece ser que encierra un interés oculto. Quizás por ello, al acercarse usted a mí para ayudarme, me imagine que ya exigiría algo a cambio. La ayuda desinteresada, parece ser que no entra en el menú diario.

- Sin embargo, tenemos que mentalizarnos a que si hay gente de buena voluntad. Personas que son felices ayudando o aportando soluciones a la impotencia anímica de las gentes. Personas que son felices después de una buena acción.

- Cierto – ratifico el hombre cerrando el portón del coche para después mirarme firmemente con cierto animo, entreví, de sentenciar un pensamiento – Admito que hay persona que calman su alma haciendo una buena obra. Otras veces para accionar su toma de conciencia. Personas que sufren el dolor ajeno y se rebela contra el infortunio que soportan las mismas, pero hay cosas que cambien de una forma significativa. Esa cosa es el modo de actuación. Lo suyo fue un arrebato espontáneo. Una persona en apuro y deja todo para ayudar. Ese acto espontáneo es lo que conformaba mi sociedad. La solidaridad para con los demás: Es muy cierto que las mentalidades han cambiado debido a la evolución de la sociedad. Eso también ha cambiado las mentes. Un mundo apacible sin grande sorpresas a otro donde todo es sorprendente; revuelto Por el contrario, reconozco que quizás yo me haya estancado en unos tiempos donde las gentes competían en otros campos de batalla muy diferentes a estos. Otra sociedad con otros valores donde si se le daba ventaja y margen de actuación al supuesto enemigo. La competitividad era en base en la consideración y el raciocinio era el árbitro de la contienda. Hoy en día, todo va muy deprisa. Tan rápido que se deja los valores óptimos humanos en la estela que fluye en ese recorrido sin pararse a recogerlo.

-Debo confesar lo bien que me ha dejado usted aplicándome un tratado tan personal sobre ética y la moral. – reconocí - Sin embargo tiene que admitir que se ha tenido que adaptar a estos tiempos si no quiere perder su porción, su parcela de permanencia y presencia en esta convulsa sociedad

- Si: Me he tenido a aclimatar pero siempre surge algo que te remontar a la otra, a la mía. Gracias a ese detalle de usted, la añoranza hace mella en mí y asisto ilusionado a trasladarme a ella. Un indicio de haber estado allí. Por eso le he dado las gracias recordando una época donde todos éramos normales, aunque también le confesare que hay palabras, frases que trato de asimilar y me iré de este mundo sin ecualizarla.

- Que interesante – conteste expectante.

- Quitándole un poco de hierro al asunto: Yo me iré de este angustioso cerco al que llamamos mundo sin comprender como un individuo cae de un quinto piso y encima le preguntan si se encuentra bien. Tampoco como el malo se ceba con su victima e irrumpe en sonoras carcajadas. Asimismo, ya veo aparecer a Jesús Vázquez hasta en los trapos de cocina o un Ruiz-Gallardón obcecado por el Clero. Estos simples ejemplos, son detalles que ya se me sobrepasan. Que no logro comprender.

- No debe preocuparse – contesto tratando de calmar su intriga – Hoy en día, el mundo esta concebido para que cierta nueva horda de marchitas y retrogradas mentes, aleccionen a las mujeres que hacer con su cuerpo. Ahí tiene usted un vivo ejemplo de la “madurez y grandeza” de esta sociedad, por lo tanto, no me extraña que se traslade a otros tiempos, digamos, más apacible en pensamiento. En concordancia con lo dicho, el otro día asistí a una conferencia en Almudevar (Huesca) sobre autores literarios de los años “70 y el conferenciante resulto…

- ¡No me diga mas! Con los tiempos que corren ¿Mario Vaquerizo?

- Casualmente no se encontraba en la sala – conteste divertido por la ocurrencia.

- Menos mal… por que hoy en día… - contesto el consternado hombre, secándose con el pañuelo un repentino y copioso sudor.

Juan Marcelo




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