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Opinión - Juan Marcelo
(La Regadera) - 04/08/2019

NECROFILIA

Es cierto que cuando veo a un congénere, bola de hierro en ristre, mi deseo más vehemente es que aparezca un potente nubarrón que de al traste con la partida

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NECROFILIA


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- ¿Tu te sorprendes – me suelta mi regadera - de algo que yo pueda comentar u opinar?

- De ti: lo único sorprendente es que estes callada – contesto mirándola fijamente como esperando algo a continuación.

- ¡Te recuerdo que tu inspiración soy yo! – protesta molesta - ¡Sin mí, tus escritos no pasarían de una mera tentativa! Grandes escritores y prestigiosos columnistas, siempre tienen una fuente de inspiración; un estimulo ajeno que participa directamente en su intelecto. El fenecido Francisco Umbral, tenía un gato cuando se inclinaba hacia la izquierda. Reconocía que Pitita Ridruejo, su musa burguesa, le incitaba a escribir hacia la derecha. ¡Tú; me tienes a mí…!

- Si – reconocí – es cierto, sin embargo, te olvidas que Umbral, portaba unas gafas de aumento que hacía constar el acierto de sus escritos. Ahondando en la cuestión, siempre he considerado a un gran literario cuya imagen sea la que describo: Pelo largo que cubra sus orejas y si es desaliñado, mucho mejor. Media barba entrecana. Vestimenta informal - el traje y la corbata en un columnista, un escritor, siempre me hace sospechar de su credibilidad – y a ser posible, pantalón de pana y camisa a cuadros que despierte cierta fe en sus testimonios. Que se tire pedos y lo admita. Gafas de aumento: Siempre gafas de aumento, si no, estaría condenado al ostracismo literario. No concibo a un gran escritor sin gafas de aumento y si son redondas, mucho mejor. Las gafas redondas despejan mucho la mente y rodea de cierta aura de confianza y honestidad al autor.

- ( ? )

- ¿Siiiiii…?

- ¡¡¡Nada, nada!!! Que estaba yo pensando lo protegida que me encuentro asesorando a un tío con esa mentalidad. - aduce mí regadera aturdida, reflejando cierta expresión de incredulidad - Mira: Voy a soslayar como pueda tu comentario y me presto a conocer otras opiniones que en tu mundo de elucubraciones, carencias e insatisfacciones, ahora también, metes a las gafas redondas. Ese imaginario mundo donde navegas sin velas que te empujen.: Bien: He observado como personas de cierto relieve social, deja como principal legado, que su muerte no sea conocida a través de esquelas mortuorias. De esos epitafios de tinta que antes llenaban las páginas de los periódicos informando a conocidos y allegados el triste y fatal desenlace. ¿Quizás consciente el fenecido por el morbo que despertaría su lectura? ¿Mostrar la alegría a pertinaces competidores rivales cuando estaba en vida?

- ¡Ejém…! : Siempre surgen extraños acreedores literarios compasivos –contesto intentando aparentar cierto interés en la cuestión – Raros amigos anónimos entrañables del finado. Deudores provenientes de dudosa cercanía al extinto y el obligado e inevitable representante bancario escoltando el dolor de la familia para después decirles lo que el extinto debía. Toda una parafernalia muy “sentida” que rodea el festín. Lo mejor sería que nos fuéramos de puntillas. Sin ser protagonista de nadie ni de nada. Sin tener que divulgar, popularizar o fiscalizar nuestro adiós. Para una vez que se nos ocurre morirnos, que mejor que nos dejen en paz, tranquilo, sin refrendarlo, ni mucho menos, a través de recuerdos o testimonios sentidos. Ni éramos mejor antes ni por supuesto nos vamos a superar ahora. Que nos recuerden en vida, que ya muertos, nos va a importar un huevo las conclusiones, buenas o malas, de los que se mantienen todavía en pie. Esos que esperan impacientes a que termine el ágape doloroso para pasar directamente al menú diario, todo ello, mientras observemos unos pasos cansinos de un tal Villarejo destinado a declarar ante el Juez.

- Sigo con lo mismo: – prosigue mi regadera no muy convencida – ¿Por qué al que nos deja, resaltamos sus virtudes cuando en vida, sus lacras eran más condenable que sus cualidades? ¿Porqué con el simple cabrón – una vez que sus cabronadas han dejado de atormentar a los que siguen vivos, - solo nos acordamos de una vez que se vio obligado a ayudar al aludido Villarejo y su carpeta sin ninguna ayuda del BBVA en sus declaraciones y no de sus constantes canalladas? ¿Por qué se resalta las virtudes de ese malévolo cadáver cuando todos coinciden que por fin ha llegado a donde todos sus deudores estaban deseando? Observo cierta hipocresía en el acto en sí.

- El cinismo y la hipocresía, siempre se dan la mano y eso se refleja en actos. Pocas veces alumbra la intención. Al mártir, siempre se le conoce por su auto-penitencia exterior. (Tampoco se le adivina su verdadera intención). Destacar la presencia inerte a un velado, un muerto, en acciones favorables a su entorno y su buen hacer en vida, consuela en parte a los deudos, pero siempre queda en la memoria de los asistentes ese “pero” que conlleva memorizar las malas formas de ese su paso por la vida. Ese “pero” que se piensa pero que no se dice por temor a ser escuchado por los vivos más próximos. Cínicamente, omitimos nuestra alocución de hijoputa en su trayectoria social.

- Me viene a colación un recuerdo de cierto locutor – memoriza mi regadera con una perversa sonrisa – cuando en TVE dio la noticia que la Policía encontró a un cadáver muerto en una habitación frente a una Delegación del BBVA.

- Si: Hoy en día, en consonancia con la longevidad de la raza humana, hay cadáveres que no están muertos. Sin embargo, hay muertos que no se resignan a ser un cadáveres y te lo puedes encontrar bailando el tétrico Regatón por hipotecas contraídas.

- Hablando de otra cosa, - ahonda mi regadera - ya que te veo en plena disposición; algo insólito en ti. ¿Cuándo te distes cuenta que tú inteligencia también servía para razonar y encima, escribir? (Te lo digo porque a algunas/os, es posible que se le abra el esfínter leyéndote pero debo de reconocer que a mí me tapas todos los agujeros) Añadiendo a la pregunta: ¿Cuándo despertó en ti esa animadversión de martirizar a los que juegan a la Petanca y demonizar a los que se le cae la baba jugando al Golf sin haber pisado una Entidad Bancaria?

- Preguntas como esta, siempre me ha enervado y aplico sin piedad la con razón y hasta sinrazón. Pero el tiempo me ha hecho ser un poco más flexible; más tolerante. Es cierto que cuando veo a un congénere, bola de hierro en ristre, mi deseo más vehemente es que aparezca un potente nubarrón que de al traste con la partida. También que el golfista sufra un inoportuno telele en el momento de pegarle a la bolita y la mande al Poder Judicial donde Villarejo no tenga ninguna oportunidad de cubrirse el rostro. Esas secuencias, también forman parte de mi sentir. No hay forma de aislarme de ellas. Pienso así y así lo proclamo. (Como puedes observar, destierro todo conato de cinismo e hipocresía) Que duda cabe que puedo cambiar mis pensamientos. Que adquiera, con el tiempo, cierta enjundia y las bolitas que tanto he odiado, pase a decorar mi casa como escaparate penitente de mi error. Todo gracias al tiempo. No recuerdo quien decía que el tiempo es el único capital de aquellos que tiene la fortuna de adquirir mas inteligencia. Yo espero al tiempo: Ese tiempo que ha aumentado con cierto raciocinio mi criterio pero que también me induce a no cometer errores de antaño. Reconozco que a veces tomo decisiones que me parecen hasta sospechosas y me pregunto que me traeré entre manos. Por otra parte, que duda cabe que mi inteligencia ha madurado con el tiempo pero también tiene la propiedad de esparcir juicios muy dispares. Es una manera de vivir como decía Rosendo, por eso, siempre me digo que mi razón más fiable, es de pocas horas antes. Lo anterior a esas horas, queda ahí, como si hubiera matado al tiempo aunque soy muy consciente que más adelante, ese tiempo se encargara de enterrarme. Mientras, sigo acorde con mis razonamientos; rumiando en la nefasta y adversa influencia de la petanca y los palitos de golf en nuestra sociedad esperando con cierta ansiedad las horas posteriores a este escrito a ver si ha cambiado algo mi proclama o me abono a un Plan de Pensiones del BBVA y me asesore Villarejo. A tales secuencias, tales fundamentos. Métodos y diseños cambiantes según te vaya la vida. .Todo es cuestión de minutos…, de tiempo. Lo que antes era blanco, pocos minutos después puede tornarse en un sutil color gris. El criterio de la visión ya ha cambiado. El bisoño prisma agudiza tu razonamiento. La idea fija anterior, se dispara…, aunque Villarejo - que todavía no es un cadáver - siga ocultando su rostro.



Juan Marcelo




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