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El eminente y reconocido pensador de origen italiano, Don Cipollini Pichardón di Pollardéz, advertía que cuidado y alerta con un País que tenga más Bancos que Escuelas. A Pepe Isbert, en una película; que después de depositar ciertos ahorros en un Banco, le llamaron IMPONENTE. Salido del recinto, y ya en la calle, miraba a las féminas de otra manera.
Cuando a mis oídos llego la palabra crisis, no me preocupe demasiado, al fin y al cabo, la crisis y yo nos conocemos de toda la vida y hemos sabido relacionarnos sin demasiada distancias y creo que algunas vez, no hemos comido el bocadillo de chopper Campoardiente en la mina cuando escribía para la revista Cierzo - Aragón. Más tarde, leí que era la refundación del capitalismo y eso, ya me fastidió mucho más, pero es que encima, pretendían inventar uno acorde que sin duda, era más agresivo para maniatarnos mejor y ponernos grilletes en nuestra propia casa. Malo, me dije, cuando empezaban a descontarme en nómina las encubiertas de lignito pardo que la dinamita no lograba reblandecer para terminarla y entre ellos, en plena concordia con los Bancos por cuyos pasillos, fluyen /emanan y pasean por sus alfombras todo tipo de usureros, codiciosos y sátrapas de la inventiva del engaño, lo cual es decir que las crisis las promueven ellos por no poder digerir las cifras de beneficios y que nos los va pasar por el careto en papel prensa y es aquí cuando viene lo divertido e hilarante en un País donde la corrupción, ya tiene su fecha de celebración y santoral en el almanaque. Insisten que la factura de sus descalabros los paguemos los de siempre de tal manera que muestras contribuciones refloten las diabólicas cabezas capitalistas para que puedan de nuevo prestarnos nuestro dinero al interés que marque el índice de su usura. ¡Joder!, así cualquier inventa y refunda, porque de eso se trata; de refundar…, de refundirnos/fundirnos a todos, (es un verbo oculto como la sobrasada de Menorca fabricada en Aracena, Huelva)
Mi profesor favorito, Cojonciano Ceropelotéz, en su libro, “La sonrisa etrusca, nada vertical, de un banquero” ya expone secuencias ancestrales del depósito monetario colectivo. Significa que el nombre de Banco, se debe a acoger a todos los que venga confiados con el bolsillo repleto, por eso, obviaron Silla porque sólo cabía uno…, faltarían asientos e inspiraría dudas y desconfianza en su solvencia. Certifica que un Banco siempre te prestará dinero cuando demuestres que no lo necesitas pero si ves a un banquero arrojarse por la ventana, síguele ya que algo ganaras…, algo deja. Incide en su libro que si quieres saber el valor del dinero, atrévete y trata de conseguirlo prestado. Que no hay gangas ni ofertas: Que la ganga es lo que necesitas no el rebaje en ella…, que no por ahorrar, la gente está dispuesta a pagar cualquier precio y más si ese dinero, está en depósito o fuera del recinto donde lo depositaste.
Soy de los muchos que al actualizar mi Cartilla de Ahorros, lo considero un Deporte de Alto Riesgo y muy dispuesto a que me concedan cualquier medallero o asequible a ellas: (Siempre acudo con un pantalón de deportes Adidas para que me tomen en consideración) Temor y desventura en la entrada y desconcierto y crisis permanente en la salida. Se trata de sumergirse en el océano crematístico o acceder a cumbres borrascosas donde las dos disciplinas deportivas tienen su acomodo ya que acaparan todas las modalidades. Lo malo del asunto, es que hemos considerado a un Banco, nuestra segunda casa. Que aptitudes o actitudes de iniciativas propias, nos vemos arrastrado a pedir consulta a él donde les importa tres leches tu espíritu emprendedor sino expone cualquier patrimonio donde puedan echar mano. Les sobra para confiar en ti pero la usura no se la permiten. Pueden hipotecarte tus escasos recursos y hasta tu vida: Es la especulación legal. Sistema que el neoliberalismo capitalista aplaude, aconseja y conmina.
Alguna “rara avis” - esa que se echa una buena siesta en el Congreso - nos aconsejaba ahorrar dos euros al mes para que nuestra calidad de vida, no sea dormir en un cajero automático. Naturalmente, no contaba con familias desahuciadas, elencos familiares en paro y pequeños de banquetas en comedores infantiles. Siempre tenemos a cualquier congresista muy “inmersa” ella en los problemas de un País donde ni siquiera se ha cocinado en una urna. Hoy en día, cuando el gran trust financiero se proponga meternos en una nueva crisis para refundar su modelo económico, lo mejor ya no es el colchón de la abuela porque su micción puede desteñir sus caudales, sino, un calcetín para dejarlos sin recursos y que se financien ellos. Normalmente, apreciamos muy mucho nuestra vida hasta que no metemos en una hipoteca: Cuando piensas y lamentas que has obviado tus virtudes y accionas/afloran tus defectos y falaz iniciativas de embargarte que te van a acompañar/condicionar y mediatizar parte de tu vida.
Ya lo dijo el dramaturgo greco-chipriota, Esfínter Darporculuus Konstante, “Guardo mis ahorros en el Banco Calcetín S.L. que es el que más confío antes de pagar por rescatar un dinero que es mío y que ya han negociado sacando buenos réditos de él” “Encima, me iban a cobrar por lo que yo les he confiado” “El calcetín domestico, es el más fiable…, no genera surrealistas dividendos pero es más estable…, no fluctúa…es más sólido y consistente.”
Juan Marcelo
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