|
|
| PUBLICIDAD
|
Asumiendo que este País, donde la cultura es moneda falsa, logré integrarme en las cabras de la Isla Perejil sin que yo notara un atisbo de desconfianza hacia mí; me acogieron como si yo perteneciera a su círculo - conmovedor detalle en que nunca les he agradecido - y pregunté a ese gremio caprino si conocía un Monasterio enclavado en Sijena, (Huesca) Cierta reservas en ellas, que comprendí, en explayarse en espontáneas declaraciones comprometedoras, no contestaron. La pastora, me confesó que la mayoría de las cabras, después de consultarles, desconocía ese sitio, pero ella, se había enterado de que uno de cada millón de españoles, sabía de ese enclave; el resto lo desconocía y el español que lo sabía, le llamaba expolio y que lamentaba no saber lo que significaba esa palabra: ¿Expolio? – se quedo pensando para añadir - ¿Esta la Iglesia Católica por medio?
No es cuestionable y hasta disculpable que la pastora desconociera – no así las cabras que es imperdonable, aunque percibí a una de ellas con ganas de decir algo - el aprecio y consideración: la estima y valoración de nuestra gente, en que de pronto, sin antecedentes dignos de reseñar, han adquirido cierto rebato por defender o custodiar bienes culturales que ni puta idea sabían que existían. Lo que eran cachivaches de ocasión donde creíamos que incurríamos en la incuria, el abandono y la indiferencia, se ha tornado en el diferencial hacia la batalla para preservar ese legado histórico: Un espontáneo extraño amor al arte hacia ese embajador de nuestra ancestral cultura artística donde mentes lúcidas en la materia, la mayoría asocian a tiempos donde la coca-cola, ya estaba implantada en nuestro País.
La monjitas del Monasterio de Sijena - criminalizo y condeno a aquel que rebusque un símil con las cabras -, cansadas de hacer polvorones con cierto aliño místico, decidieron vender los retablos, tallas, el sarcófago de aquel que amasaba la harina y hasta la receta de sus ricos dulces, al mejor postor. Vendieron su “patrimonio” para que el “tratante” que los compro, lo tenga bien cobijado en Lérida. La mercancía, fue reclamada por Aragón gracias al aviso de un jotero que se quedo sin voz. Hubo una Talla pedida que en seguida recuperaron y se trataba de un Ángel con la picha al aire y que curiosamente, nadie echaba en falta…, la Talla, no la picha.
Poca sensibilidad y previsión de esas monjitas en vender reliquias a Cataluña y no a la olvidada Extremadura. ¡La que han liado las monjitas! Cualquier especulador extremeño, se hubiera hecho cargo de ellas a sabiendas de que su ideología es preservar sus bellotas y que no es precursor de una incipiente y mal gestionada independencia. Claro que el Clero, en su rapiña y germinación de patrimonios perteneciendo al pueblo, tampoco tiene buen sentido de la ubicación en donde negociar esa subasta: Lo suyo, es vender y atesorar. Claro que tampoco es de extrañar que el arte diseminado en Ermitas, Basílicas, Monasterios y Santuarios enclavados en tierras que no le pertenecen, su custodia, venta y negociado, las hiciera como propia: Agresivo y conveniente en tierras fértiles con un Catecismo comercial bien inculcado.
Solo faltaba que esas monjitas obviaran fabricar los polvorones sin azúcar y vieran como una agresiva patente llamada “Mazapán 155” para darse cuenta de los “almendrados “que han “elaborado” Quizás, asesoradas por abades, párrocos y orondos obispos sin un mínimo de escrúpulo, se han visto obligadas a vender reliquias en que la mayoría de ellas, no sabían su significado pero el depredador Clero, bien había clasificado las mismas accediendo a traficantes donde exponían la sutil penitencia por no haber hecho la primera comunión.
El pillaje sistemático, donde se trataba de ocultar su procedencia, al margen de competencias territoriales y autonómicas no ha dado sus frutos y sus autores/as, no hay confesionarios que amortigüe/reduzca sus penas. Mis cabras de la Isla Perejil. Monjitas donde ya le falta la “miel” para fabricar sus dulces. Cardenales y Obispo con el robo y el saqueo a cuesta amparados con un innovador Credo/Menú de la rapiña sistemática en que nunca son sometidos a dietas.
El caso Sijena, han metido en el aro de los deliciosos roscos de la monjitas a ministros, museólogos, restauradores, jueces y funcionarios quedando exento aquel que solo enseñaba su picha al aire que curiosamente, es el que mejor que se conserva. Cataluña ve el asunto como un incipiente y continuado expolio mientras el bellotero de Extremadura, mima sus encinas. (Antes, esas reliquias, las/os que la conocían, la asociaban a un Champú Anticaspa y hoy en día, todos somos aptos para clasificarla y defenderla como vestigios culturales aunque sea de incierta y desconocida procedencia) El País de Forges.
Juan Marcelo
|
