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(En el transcurro de ocho días en Huesca, tuve el privilegio de añadirme a cuatro manifestaciones. En la última, no tuve más remedio que preguntar, en voz baja, si íbamos a favor o en contra de la cosa) Unos amigos, en Sabiñánigo (Huesca) nos reunimos entre vinos del Somontano y ternasco de Teruel. El responsable del caserío y amigo, M. Caldentey, nos propuso hacer un Referéndum, - y sirva de aviso - no intentar hacerlo en sus casas: El experimento tiene sus riesgos.
Es sabido que vivimos arrastrados por modas efímeras, costumbres interesadas, tradiciones de hace veinte minutos y, asimismo, condicionados por la metralla mediática. Ahora, cada cual se monta su propio referéndum, y mi amigo Caldentey, el que lo ha convocado y encima lo ha perdido obviando una Comisión de Dialogo y sin un Decreto de Convocatoria sobre la mesa del comedor a la cual él llama pomposamente, la Mesa del Parlament.
En una esquina, se podía observar una palabra que no entendimos; Rubicon. Todos resignados a sabiendas que las consultas las carga el diablo y, en ocasiones, es más recomendable jugar a la Loto, si se trata de planificar futuros e incluso de alcanzar independencias. Ni uno ni la otra te solucionan nada, pero al menos la Primitiva te ofrece la sensación de pertenecer a una gran comunidad de ilusos, más o menos iluminados, cuyas ambiciones se renuevan con la misma tozudez del fracaso. Lo del referéndum, sólo le ha dejado a mi amigo - además del rechazo incuestionable -una cara de gilipollas en que todos unánimemente, tuvimos a bien consolarlo…, ¡hasta le peinamos su subversivo flequillo! (Balbuceaba entrecortado en estertores agónicos que nunca le ha tenido miedo al Tribunal de Cuentas)
Conste que la petición de esta consulta, plenamente constitucional -una consulta casera no pone en peligro el País en absoluto, ya que fue todo una ocurrencia de un sector periférico y la Independencia solo se ubicaba en 2oo metros cuadrados. -Su familia, le expuso un artículo constitucional en la barbilla conminándolo a que se fuera solo y se dedicarse a vivir por su cuenta. Que estaban ya hartos de observar cómo el exigir derechos ha derivado en una ansiedad incontenible y deje de atender obligaciones de tareas que ha olvidado como el óxido de herramientas tan nobles como el pico y la pala, como para pensar en inquietudes independentistas…, esa obsesión con la bomba separatista.
Calmamos a la mujer asegurándole que se trataba un referéndum de andar por casa y la mujer nos contesto enfadada, que “Siempre anda igual” “Es que no para” “Cada vez que se reúne con amigos, siempre organiza un Referéndum, como él dice, modelo Oriol Junqueras”
Mi pregunta al amigo, no era nada capciosa: ¿Quieres obtener la independencia y ser libre, sin casposas y alienantes ayudas paternalistas? ¿Te das cuenta de que no hay nadie, que esté en sus cabales, que resalte tal proposición, ya que el SI está en el aire? Los leves rastreos, como he pensado con discreción, lo ratificaban. ¿Y los firmes sondeos? A éstos no los carga el diablo, sino el retorcido y oculto pensamiento de los sondeados. Un muestreo, sin un especialista en interpretación del mismo, no vale nada. La cuestión es que, nos empleamos a fondo en la jornada de reflexión y vislumbramos la independencia cuajadita de dependencias; es decir, si no dependíamos de unos, íbamos a depender de otros. Y entre unos y otros, aplicaríamos la opción y máxima infalible de que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Escépticos los asistentes por convicción pero esperanzado de que nuestro País de camareros sirva y funcione, proclamamos que un tal Adán –esperamos que existiera - (no como Pilarín, realista ella, que alude que después de cuatro años de paro, tiene estrés pos-vacacional) fue el único ser independiente, y eso ocurrió solamente durante un rato: ¡exactamente el tiempo en que pudo conservar todas sus costillas! Además, no en vano bailamos secularmente al ritmo social del up & down y siempre caemos al sótano los mismos: Nunca nos libraremos de políticos incapaces ni de personajes corruptos o de abusones explotadores, así logremos instaurar la onírica Icaria “donde no se gana casi nada” y, por supuesto, tampoco nos habrían de faltar en esa utopía la mordida del Fisco ni los muchos y variados esquilmadores de la clase pagana: El paganismo pragmático de elucubraciones confirmadas que contigo y sin ti, no tienen mis males remedio…, “a ver si con la inconexión -aseguraba Caldentey antes de su fiasco - cambiamos el chip aunque después tengamos que luchar en contra de esa Independencia que hemos defendido y tanto nos ha costado”
En resumen: En la casa de mi amigo, falto un pelín para quebrarse la unidad de su sagrada familia; Caldentey “se enjugo unas rebeldes lagrimas que afloraba en su dulce y terso rostro” (Corín Tellado) y no consiguió ni un solo voto por la independencia, esa quimérica palabra con más promesas léxicas que hechos comprobados. El no triunfó, ganó la lealtad, no ganó mi amigo: No habrá secesión ni “separatas al dorso”. Bajo los brazos desconsolado y no se le vio muy brioso para una nueva tentativa. Sin embargo, qué cosas, mi amigo decepcionado con nosotros…, jodido/mortificado, y que debido a ello, sentencio que el excelente vino del Somontano y el suculento ternasco de Teruel, que tan exquisito y con delicado esmero nos sirvió, juro que la próxima vez, los iba a pagar nuestra puta madre.
Días después, horas antes de mí marcha a Carboneras, pude ver a mi ex amigo Caldentey, aun latente en su mochila nuestra reprobación; con el rostro desencajado mirando hacia el infinito y con pasos de carga tipo nuestra Legión - reduciendo así su ánimo de la impronta secesionista/separatista y asumiendo a regañadientes su frustrada irracionalidad política- en una manifestación en el Coso Alto sobre la Insalubridad de los Sumideros Municipales en la Capital, con una pancarta en la que se podía leer: ¡NO A TODO! ¡ME IMPORTA UN COJÓN DE LO QE SE TRATE!
Juan Marcelo
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