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Opinión - Pedro Ignacio Altamirano
Presidente de Asamblea Nacional Andaluza - 12/08/2017

El grave déficit democrático de España

El día en el que los políticos españoles comiencen a caminar por los verdaderos senderos de la democracia; cuando los políticos españoles comiencen a dar ejemplo de tolerancia, diálogo, respeto a las urnas y a las decisiones de los ciudadanos; cuando comiencen a trabajar por los ciudadanos en vez de por sí solos y sus partidos; cuando los políticos españoles dejen de mirarse al ombligo..., los problemas comenzarán a solucionarse de forma correcta, firme, estable y con base para el futuro

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El grave déficit democrático de España


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Cada día que pasa, los que en estos momentos pensamos que otra organización de Estado español es posible, desde la independencia de los territorios. Observamos con verdadera preocupación, pues es, en estos momentos en los que más se necesita la democracia, como se evidencia el grave déficit democrático, ya endémico que padecen España, y los españoles.

Ello no es culpa ni de España, ni de los españoles. Es a mi humilde parecer, culpa exclusiva de los sucesivos “gobiernos” por decirlo de algún modo, y reinados de “monarcas” por decirlo de algún modo, que nunca, jamás, pensaron ni en España, ni los españoles, solo en mantener el estatus de los miembros de la corte, jefes militares, y aquellos bufones que les seguían.

Nunca permitieron la menor oportunidad a los españoles de vivir en democracia, en libertad. En cuanto al pueblo se le dotaba de la mínima oportunidad, lease I y II Repúblicas españolas, pronto fueron sofocadas a tiros contra los propios españoles. Ahora vivimos al amparo de una Constitución, la del 78, redactada a la sombra del tardo-franquismo que, si bien ayudo al cambio democrático, ha ido quedándose atrás de las necesidades democráticas de los españoles.

Esta falta endémica de democracia, es el origen del déficit democrático. Tenemos una España en la que, o piensas como yo, o te machaco. No son capaces del debate de ideas, de contractar ideas, de ejercer el derecho a estar o no de acuerdo con posiciones contrarias, y sobre todo y más grave, pánico a usar las urnas.

En cuanto cualquier reformista expresa una opinión, postura, propuesta o cualquier tema que no cuadre, que no encaje con el pensamiento inmovilista, en ese mismo momento, no es que se reciban argumentos distintos con base, o con alguna base, o de forma mínima coherente, no, lo que llueve de forma inmediata y fulminante es un verdadero diluvio de insultos y descalificaciones personales, sin posibilidad alguna para diálogo o base posible. O piensas como yo, o…

Otro espacio que padece del mismo mal es la prensa española, ya tenida en toda Europa como la menos creíble del continente. O es prensa de derechas o es prensa de izquierdas, o unionista o separatista. ¿Dónde está la prensa independiente y objetiva? Es trágico leer como se sacan de contextos frases, comunicados, entrevistas para torcerlas, manipularlas de modo que, al contrario de para lo que debiera servir la prensa libre en un país libre y democrático, que es, nada más y nada menos que para informar, hace llegar al lector la información deformada del tal modo que, más allá de informar, desinforma de modo partidario e impreciso. Todo ello en aras de continuar manteniendo al pueblo español en lo de siempre: desinformados y separados por colores, sexo, ideas y nacimiento. Así no hay modo.

Cuando planteamos una reforma de Estado español basado en la independencia de los territorios, aquellas naciones que conforman y han conformado siempre España, no para destruir nada, sino para cambiar el presente y futuro, en fin, no repetiré la que cae. Hay quienes piensan que los Estados, las fronteras, o se cambian con guerras y sangre, o no se cambian. Todo menos avanzar, debatir y buscar soluciones. Esta es la triste realidad en la que vivimos todos los que nos sentimos demócratas.

El problema constitucional y territorial de España no se soluciona desde la negación del mismo, desde la negativa a asumir su existencia. Los problemas se solucionan enfrentándose a los mismos desde la tolerancia, el diálogo y la consulta a la ciudadanía, tal y como hacen los pueblo democráticos y avanzados. Pondremos como ejemplo el caso británico y las dos últimas consultas al pueblo. David Cameron, Primer Ministro del Reino Unido, se comprometió con Escocia con el referendo por la independencia; lo afrontó, lo acordó, hizo campaña por el no, y los escoceses votaron no, por poco margen, pero salió no, de la voluntad mayoritaria del pueblo de escocia.

Poco después cumplió otra promesa, consultar al pueblo británico por la permanencia o no a la unión europea, y como de todos es sabido, decidieron el Sí. Todo un ejemplo de democracia por parte de un político democrático en una sociedad democrática. ¡Qué lejos estamos en España de tan siquiera acercarnos a este concepto de democracia! La diferencia clara entre una nación, unos políticos, un pueblo con tradición democrática y otro, como el español, que está aún en pañales.

El día en el que los políticos españoles comiencen a caminar por los verdaderos senderos de la democracia; cuando los políticos españoles comiencen a dar ejemplo de tolerancia, diálogo, respeto a las urnas y a las decisiones de los ciudadanos; cuando comiencen a trabajar por los ciudadanos en vez de por sí solos y sus partidos; cuando los políticos españoles dejen de mirarse al ombligo..., los problemas comenzarán a solucionarse de forma correcta, firme, estable y con base para el futuro.

Se podrá hablar de la independencia de los territorios, del derecho a decidir si queremos un Estado unitario, una república federal, confederal, quiénes y cómo quieren participar en dicho nuevo estado. Los Andaluces podremos debatir en libertad y sin presiones ni insultos sobre qué Andalucía queremos, si república, si no república, si independencia, si no independencia, si llamamos a los pueblos vecinos a formar parte de nuestra república…, debatir y decidir en libertad.

Esa es la democracia, esa es la democracia que nos falta en España, justo cuando más falta hace. Solo cuando podamos debatir y decidir habremos conseguido alcanzar alguna cota de libertad y subir el nivel de democracia.

Pedro Ignacio Altamirano




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