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Un estudio realizado por la Universidad de Villanueva del Trabuco, (Granada) por estudiosos del tema en cuestión, se partieron la cara con opositores que dudaban que cuando se llega a la edad de 40 años, el cuerpo empieza a envejecer más rápido de lo normal. Estos aplicados de la Universidad, afirman y demuestran, que sin los nutrientes adecuados y ejercicio, tu cuerpo envejece unos seis meses adicionales cada año.
(Aconsejan que los cumpleaños, se celebren cada seis meses y sin velitas…, ya que las mismas, pueden resultar hasta traumáticas) Incide el estudio que si te encuentras con 40 años (todo ellos sin beberlo ni comerlo) cuando llegues a los 46, te veras y sentirás como un decrepito deslomado. Ahonda el estudio en que los que hemos rebasado los 60, nos sentiremos como de 70 años “u má”.
Asientan su estudio en que “Esto lo vemos todos los días” “Mira a tu alrededor…”
Señala el estudio que el 90% de la personas (no incluye al peatón en un paso cebra) mayores de 35 años, pierden musculo cada año como para quemar 2 kilos adicionales de grasa corporal, Eso significa que no sólo pierdes lo único que observabas ignoto que estaba en tu cuerpo como es la forma, el tono y esa fuerza que aun tienes para sostener el porro mañanero. Remarcan que tendrás mas grasa cada año…, aunque tus calorías siguen siendo las mismas. Pero aquí viene lo bueno:
El Hospital Neuropsicológico Royal Edinburgh (Escocia) acaba de finalizar un estudio que testifica que practicar sexo -independiente de la edad- tres veces por semana, se rejuvenece entre cinco y siete años. (No especifica el estudio que el desdichado que lo practica una vez al mes, acaba marchitado o el que celebra muchas “Navidades” pero pocas “Nochebuenas” acaba desfondado.) Afirma el estudio que la muestra ha sido realizada a 3.500 personas de indistintas edades.
Remata el citado estudio que: “Con permiso de la genética, ese placentero y económico elixir de la práctica de tres coitos por semana, (imperdonable que soslayen los años bisiestos) también reduce el riesgo de mortalidad por infarto. Juegan un papel muy importante en nuestro aspecto físico al suavizar la piel. Evita las arrugas; antiestética manchas y reduce el estrés y la ansiedad” (El estudio, no contempla descanso dominical ni la ingesta de pastillas preferentemente azules)
Pienso que aquí tendría que haber un baremo de compensación: Si el esfuerzo merece la pena para rejuvenecerse o el sacrificio que tienes que aportar para mantenerse fielmente a una exigible cuota semanal.
También influye –pienso – la calidad del acto en sí: Si ese esfuerzo cumplidor es a satisfacción mutua y ya forma parte de un ritual satisfactorio que aleje la rutina…, siete años menos. Si acometes el acto bajo el prisma de lo aconsejable y alejas el entusiasmo y el frenesí, es deducible que más que rebajar los años lo que logras es meter en la mochila muchos más de lo que realmente tienes lo que equivale a…, cinco años más. Es el esfuerzo de la compensación: Hay cierta simbiosis entre el ejercicio físico y los coitos revitalizantes aunque el uno se hace andando o corriendo y el otro se hace en acompasado movimientos y los dos terminan la etapa del “recorrido” en plena armonía. Los dos al parecer, te quitan años de encima que es de los que se trata.
Un estudio hecho por la Universidad de Villapene (Lugo) asevera que si pudiéramos controlar las erecciones masculinas mientras dormimos, nuestra fuerza viril se mantendría intacta hasta los ochenta años. (¿Sólo hasta los ochenta? – añade un comentarista con cierto matiz frustrante.
Ejercicios físicos para mantenerte en forma. Coitos revitalizantes aunque te quedes sin energía. Controlar tus erecciones antes de desayunar. Escalas, por lo regular domésticos, que bien aplicada, alarga tu vida y hace perdurar la otra “cosa”. Endureces el cuerpo. Te quitan papadas y los ochenta años, todavía te mantienes en “pie”.
No sé a qué clase de gente va dirigido lo expuesto. Que exclusivo grupo humano acata y lleva a cabo la realización de estos estudios; si es simplemente generalizado o está al alcance de cualquiera que se lo proponga. Yo, pobre de mí, me considero una persona corriente, de los llamados, modelo estándar que después de lo descrito, lanzo la mirada al infinito y exclamo con cierto estremecimiento: ¿Qué triste final nos aguarda a los normalitos/as? (*)
Juan Marcelo
(*) Eso: Algunos pensaran que estoy obsesionado con el sexo,- fiel alumno del fenecido autor dramático y escritor, Adolfo Marsillach - y no es cierto: O no me conocen o imaginan que me conoce demasiado.
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