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¡Ohhhhhh…! (Exclame, ohhhhhh…, tal como suena) El ultraconservador y transfóbico, Homoerectus de Verga Vaginal, ha pisado el mismo suelo que nosotros. Ha coincidiendo en lugares donde hemos estado nosotros y como santón antiabortista, parece ser que tiene – muy extraño - necesidades fisiológicas al igual que los catedráticos de lo esotérico: (Es bien sabido que Obispos y Cardenales, no defecan lo mismo que nosotros: Son más delicados y exquisitos en sus deposiciones: ¡Hasta su mierda huele bien!) Los principios cristiano de dicho ejemplar que viene lidiando su propia cruzada anti LGTBL amparándose en la Libertad de Expresión, impulso sendos boicot a El Corte Inglés y la cadena de restaurantes VIPS por contratar/ mostrar a parejas homosexuales en sus campañas de publicidad. Comparte parentesco con Rodrigo Rato que no necesita presentación ni autobús que lo lleve.
Este “santo varón” Homoerectus, ha sido el ideólogo del surrealista autobús con el lema, “Hazte oír…, que nadie te engañe” que era la temática aleccionando sobre la transexualidad infantil donde esa cosa llamada Conferencia Episcopal, le ha aplaudido el gesto y le ha asignado un hueco en el cielo para fortalecer sus creencia cristianas que ya raya en lo celestial. Es abogado nuestro personaje pero ha basado sus estudios a través de una doctrina lo cual le ha dejado sin creatividad: De ahí su autobús. (Se sabe que antes de la ocurrencia del autobús de marras, Homoerectus, ya practicaba la pesca de la sardina en el nacimiento de un río)
Pienso, - cada día me cuesta más – que los que más a gusto se supone que están, son los que promueven que el resto no lo sea. Este cavernícola intenta meternos en lo suyo y se ocupa de lo nuestro aunque tengamos pensamientos diferentes: Engrandece este País varios colectivos que exponen este perfil: Colectivos de damas y caballeros que son una mezcla de heterosexuales debidamente camuflados e insatisfechos: En contra del aborto por la incidencia de la vulva reseca de ella y caballeros que no logran llegar al final del túnel. Católicos, apostólicos y romanos aunque nunca han logrado descifrar las cuentas del Vaticano. Esos que todavía siguen perfeccionando el comerse una fabada asturiana con palillos chinos.
Carnavalescos personajes, (los que rapiñan 11.000 millones de euros de nuestros impuestos) que debido a su celibato, son capaces de dar lecciones de lo que es una vulva, un pene, y hasta se adentran en la mente de identidades sexuales de todo el que representa una esencia viviente. Los que menos tenían que saber, son los que más educan: Nunca comprenderán – debido al exceso de incienso que perturba la mente – y es difícil explicarle “que los genitales no es lo mismo que la identificación sexual y que esta, se encuentra más arriba de la vulva o del pene, concretamente en el órgano al que hace miles de años que dieron la espalda: el cerebro” (Marta Soler, periodista)
Ese autobús sin pasajeros, donde el rostro de su conductor denotaba cierto rictus circunstancial al que seguramente no le han preguntado si era agnóstico, ateo, protestante, evangelista, sectario del Mercadillos de la Abstención o seguidor de la doctrina Rajoy: Pobre hombre con la picha a cuesta en continua exposición y la vulva a descubierto. Curioso que el autobús no lo hayan brindado: Exposiciones retrogradas, en nuestros días, siempre van protegidas por lo que pueda pasar: Ahí pasamos del estupor a la condena. Del desconcierto a la reprensión…, una especie de ADN revelador que aflora contemplando vivencias adentradas en lo surrealista.
Hay un clamor general en contra de que el pene y la vulva estén en desacuerdo de forma tan indiscreta como son los laterales de un autobús: ¡No han acertado con el mensaje! No llegan a considerar los sentimientos de las personas portadoras de falo o vagina no conforme con la naturaleza que les ha dotado de esos miembros ya que sus deseos son otros y que bajo el epígrafe de no dejan engañar, actúan, exteriorizan y ponen en práctica lo que le hace feliz fuera de programas de nebulosas redentoras, cielos salvadores, amenazas continúas de divinidades de dudosa existencia: Efigies de cartón piedras reconstruidas o ese infierno que hasta los teólogos tiene sus reservas.
Que cada uno haga de su cuerpo o inclinación sexual lo que le salga del pene…, o vulva. Seguro que al final de nuestros días, nadie te pedirá explicaciones: Ni siquiera Homoerectus, en contra la transexualidad infantil y su autobús al que le ha fallado hasta los filtros del gasoil.
Juan Marcelo
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