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Nos hallábamos sentados mi regadera y yo en el sofá de mi casa bajo la presidencia en la mesa de dos cubatas bien cargados de ron con limón mientras…
- Podías poner dos cafés –reprende mi regadera –La gente no tiene por que saber que…
- No: - ataje serio y digno – ¡Eso sería engañar a nuestros resignados lectores!
- Vale – condesciende mi regadera - El caso es que me encuentro a mis treinta y dos años que fui fabricada en Taiwán (donde aun recuerdo que los chinos se aburrían tirándose de la coleta) pensando y recapacitando en los enigmáticos misterios que rodean y siguen anclados en la humanidad. Hechos y actos no constatados que hoy en día perduran y hacen que la aludida humanidad no se aparte de ellos.
-. Escudriñar en el secreto – conteste acudiendo a mi bien lograda pose de erudito en la materia - y no descifrarlo, hace más suculento el interés. Se tiene fe en lo que perseguimos o tratamos de lograr. Se tiene fe en lograr lo que uno se empeña en conseguir, poseer o hacer. Esto es un medio racional desde que se nace al que todo mortal tiene acceso. Quizás tú aludes a misterios que ya desde tiempos remotos y arcaicos, siguen campando y generando dudas por doquier, todo ello bien aderezado por la constante y pertinaz presencia de los que creen estar en posición de la verdad. Los profetas de antigua usanza. Teólogos de lo esotérico. Curiosamente, ellos también tienen sus dudas aunque no la exponen por temor a que se les caiga el pedestal.
-. ¡Que bien razonas! Es extraño en ti.
-. ¡Debo confesar que el primer sorprendido; soy yo!
-. No me extraña: En fin… ¿Creencia, mente y sueños van unidos? Te lo digo por que mi creencia en lo esotérico no es muy firme en mi enlatada mente. La puedo exponer con mediana solidez y limitada clarividencia. Eso acentúa y distorsiona mis húmedos sueños: Trastornados y difíciles de aceptar para ser una simple regadera. Te lo digo porque una noche, en pleno ensueño, tuve eróticos, tórridos y libidinosos sueños con Arias Cañete.
-. ¡Esa secuencia tienes que olvidarla lo antes posible! – exclame sorprendido - ¡Puede llevarte a un severo trauma! ¡Hasta te puedes oxidar! ¡Rápidamente, pasemos página! Escucha con atención: Creer y tener fe en algo que racionalmente no tienes por donde cogerlo, la acentúa y a la larga; forma parte de tu incondicional apego a la misma. Tantos y tantos misterios nos rodean que inclusive la alta tecnología de la que hoy en día disponemos, no puede hallar ningún resquicio para su explicación medianamente entendible. Sin embargo, hay un misterio que si nos tiene que preocupar. Hay un enigma que siempre ha preocupado a la humanidad. Una mística; una intriga que prevalece hoy en día y aunque sea de fácil explicación, se nos ocultan para dejar en un rompecabezas la imaginación de la gente. Este jeroglífico de composiciones interiores, es un compendio de mala voluntad con tendencia a distorsionar mentes, acopio de inquietudes y a veces, hasta rechazos. Se trata de la tenebrosa presencia de unas albóndigas patrióticas ofrecidas por el restaurante de turno.
-. ¿Las croquetas?
-. Si: Es el único misterio que hoy en día te tiene que preocupar. Las inquietantes albóndigas patrióticas presidiendo una mesa. Mi irreductible opinión es que solo mentes calenturientas son las encargadas de confeccionarlas. Todo vale en su nefasta elaboración: Amasijos de viandas caducas o sobras de…
-. ¡Jolin…!
-. Si: ¡También lleva de eso! Es más: Solapadas explicaciones por parte de quien las cocinan ya que nunca te dicen su composición. Solo pequeñas reseñas no vaya a ser que copies la receta y aumente el número del gremio “Fundación de Amigos de la España en el Coco” con el exclusivo exceso de socios limitando así, los privilegiados estatus de que gozan los mas antiguos. Derroteros mentales y obtusos de los culpables de su confección, son los encargados de mediatizar a los comensales a perpetuar y condicionar la desconfianza. A veces, severas crisis y traumas, conlleva su degustación. Ellos lo saben, por eso siempre te las ofrecen como ultimo recurso.
-. Vamos a ver: - se impacienta mi regadera - ¿Insinúas la posibilidad de que en el supuesto de caer en el redil y solicitar unas albóndigas patrióticas en un restaurante o comercio, lleves preparado de antemano una denuncia al Juzgado de Guardia?
-. Desde luego: En mi docta opinión, yo haría que ese salva patrias de turno, antes de preparar y presentar las legendarias albóndigas, explicara a través de unos altavoces estratégicamente instalado en el restaurante, su composición, su relleno, y si la misma no es a satisfacción (nunca lo es) de los comensales, hacerle escuchar una y otra vez todos los discursos de Cospedal ahora que viste uniforme. Las croquetas patriotas, amiga mía, son como las personas. Nunca sabes que guardan en su interior. La falta de alma la suplen con aviesas contexturas. En personas que me visitan y que debido a su molesta persistencia gozan de tu particular “estima” ya no te puedes fiar. Tienes que indagar en su ideología ya que esa persona, de rostro apacible, sociable, amable y cordial, te la puedes encontrar entre amasijos de indefinidas procedencias culinarias. Experiencia y madurez me allanan el aconsejarte: Mentes privilegiadas y dignas, han caído en las nefastas redes de las pasivas pero tendenciosas albóndigas patriotas. Literatos de renombre, han profanado su paladar y descendido, en plena decadencia, en ser tertuliano de 13 TV. No dejes nunca de observar con sumo cuidado y prevención futuros visitantes. Puede que te lleves una letal sorpresa al enterarte en algunos de ellos, cuales son sus preferencias en la cocina del Valle de los Caídos. Fíjate en mí que cada vez que me las encuentro o topeto con ellas en algún supermercado o restaurante, prefiero antes oír que el obstinado Raphael sigue cantando. Todo, antes de engrosar la lista, el rol del mal gusto donde imperan aberraciones culinarias en que predominan las malévolas albóndigas patriotas siempre presentes como amenazadora expectativa
-. ¿Corremos el mismo riesgo con las albóndigas confeccionadas por cualquier ama de casa cuya vida conyugal no es muy idílica? ¿Un varón en edad senil no resignado a la progresiva decadencia de su picha? ¿Un Concejal de Urbanismo honrado? ¿Un desahuciado diseñando con esmero en ellas el logotipo de un Banco? ¿Alguien que haya caído en las redes de Cofidis? ¿Tienes algo que decir o aconsejar?
-. Si: Propongo un seguimiento a toda persona cuya propensión a hacer croquetas patriota, sea un dogma en su vida. Recluirla en el Sanatorio del Todos Descerebrados y someterlas a constantes terapias. Un rastreo; un control perpetuo evitando cualquier recaída que resurja tentaciones. Solo así, se puede dejar de atentar contra inocentes criaturas que en nada pueden prever el peligro al ofrecerles unas albóndigas patriotas como plato, no ya recurrente, sino como plato único. Un dato: El pintoresco ex presidente Aznar, eludió precisar donde realmente se encontraba las Armas de Destrucción Masiva exponiendo un águila negra en su solapa.
Juan Marcelo
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