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Dos amigos; Bartolomé Recién Salido del Pozo e Hipocondríaco Infame Doliente, se dedicaron durante 18 años a estudiar el mecanismo de una regadera. Llegaron a la conclusión de que los chorros, no salían todos con la misma intensidad debido a la fuerza del brazo que la sostenía con el peso de la misma al esparcir el agua: “El Nobel, está al caer” - se decían entusiastas.
Una tarde, Bartolomé, paseaba tranquilamente por la calle mientras pensaba en todos los misterios e incógnitas que tenía un sifón al depositar su liquido sobre un Vermut cuando se fijo en la revista científica, “Ciencia para Lelos” en un quiosco. La misma, plasmaba en titulares que dos científicos norteamericanos, habían logrado quitarle la chepa a un jorobado. Con una inercia corporal no conocida por él, se apropio de la revista y rápidamente, fue en busca de su amigo y colega Hipocondríaco. Veinte minutos más tarde, los dos colegas llegaron a la conclusión de experimentar ese hallazgo estampándole un merecido y característico matiz español. Alcanzaron al acuerdo de ir a una manifestación de personas cheposas exigiendo la patente de los futbolines. Decidieron optar por coger al portador de la pancarta y contactaron con él en la Sala de Recreo, “Javier Arenas” Le explicaron los motivos y llegaron a un acuerdo.
Los dos colegas, esperaban impaciente la llegada del “afortunado paciente” mientras Bartolomé, repasada de nuevo la crónica de tal hallazgo:
-¡¡¡Hostia, tío!!! – exclamo Bartolomé alarmado - No nos hemos dado cuenta: ¡Dice la revista que, previamente, antes de quitarle la giba, tuvieron que matarlo!
-Detalles sin importancia: Ya me he fijado – contesto Hipocondríaco, indolente/insensible; mirándose fijamente las uñas de sus dedos– Toda ciencia tiene sus riesgos. Olvida esta desacertada premisa. ¡Te recuerdo que nos debemos a la ciencia! Seguro que él, estará de acuerdo: Se sentirá satisfecho y se dotara de cierta vanidad física aunque no pueda disfrutarla.
El desventurado personaje…, la víctima, se presento minutos más tarde y los colegas le explicaron los métodos y procedimientos a seguir asegurando, naturalmente, que le quitarían la giba y añadirían la promesa que nunca más iba a contemplar el cargante y siniestro panorama de ver como los Reyes Magos se dirigen a Belén.
El “mosqueo” del paciente se hizo visible y reclamo supervisar el artículo de la revista en cuestión para ojear los métodos empleado por los científicos americanos:
-¡Aquí dice que para que me desprendan de la giba, antes tiene que matarme! O sea: Me matan y después me quitan la giba! Me voy a sentir incomodo al tener que contemplar mi nueva y firme atlética espaldas en un ataúd. ¿Que gano yo con ello? ¡Yo, con mi giba, vivía!
--¡¡¡Que usted no tenga chepa!!! – contestó visiblemente molesto Hipondríaco - ¿Le parece poco? ¡Ese conato de exigencia de la cual usted empieza a mostrar, no es de recibo! Nuestros esfuerzo, usted no los valora! ¡Temo que nuestra buena opinión sobre usted, de halla bajo mínimos! ¿Dónde deja usted su contribución a la ciencia? ¿En qué apartado mental tiene usted escondido su egoísmo? ¿Cómo antepone usted su denigrante narcisismo poniéndole trabas a la sabiduría científica? En suma: ¿Intenta demostrar que nos hemos equivocado con usted…?
-¡¡¡Me importa tres huevos!!! – exclamó el hombre con cierto conato irritable – Prefiero morir con chepa incluida que desaparecer buscándola.
Hipocondríaco Infame Doliente, se hallaba paseando por la calle y en un quiosco próximo, su mirada se poso en el titular del rotativo, Genova-13, instando a personas de dudosa calidad/capacidad intelectual para asesorar al presidente Rajoy. “No se necesita el Graduado Escolar” advertía la noticia. Se apropió del periódico y rápidamente, fue a contactar con su amigo y colega, Bartolomé Recién Salido del Pozo. Días después, miradas de complicidad y complacencia, se cruzaban entre los dos colegas dispuestos a asesorar/orientar a su presidente Rajoy, una vez admitidos/aceptados en el elenco consultor abandonando así, el proyecto que tenían en común de intentar asar la manteca.
Juan Marcelo
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