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Algunos de mis amigos maños – esos que son muy recalcitrantes en desaparecer, detalle que colma la paciencia de Christine Lagarde – recordarán un artículo mío publicado por Aragón Press coincidiendo con mi despido en el sutil proyecto de dotar a las escobillas de los wáter de antenas parabólicas. Consoladoras palabras de aliento cuando me empujaban por la puerta de atrás del Laboratorio aun asumiendo que es lo que genera nuestro País sin la consideración de que yo sea un digno precursor en inventivas subvencionadas.
Parece ser que hemos confeccionado un submarino que no flota cuando debe y se hunde cuando quiere. Metido en profundidades oceánicas mentales, pensé si estas faenas de “a bordo” no era mejor encargársela a los alemanes de la Krupp o al Tío Sam que ya tienen experiencia en que un sumergible flote, se sumerja…, ¡pero que vuelva a salir a la superficie! Cavilé en seguida que lo nuestro no es salirse de la paella. Las ricas fabadas asturianas con una abuela presente y hasta exportar cocineros sin que huelan a salitre.
Pues nada: Que hemos hecho un flamante submarino Clase S-80 y lo hemos atiborrado de hamburguesas y grasas saturadas. No lo hemos sometido a la operación bikini y a la hora de echarlo al agua, resulta que al sumergible, le sobraban 75 toneladas en demasía. Que debido a esa “obesidad extrema” dicho submarino permanecería en el fondo del mar para delicia de submarinistas y eruditos del buceo que llegarían a la conclusión de que si a ese sumergible lo hubieran dotado de limpiaparabrisas y retrovisores, la cosa hubiera cambiado.
Todo por haber copiado la composición de ese submarino de un catalogo de IKEA. (La cosa, tiene su eco irónico si no fuera porque ese sumergible, no los han metido por vía supositoria lo cual equivale a vía impositiva y como resultado final: nos han alojado el submarino por el culo) Ingenieros navales, sugirieron la idea de privarlo de motor para aligerar peso/lastre mientras otros se inclinaban en la idea de que las hélices sea de plástico adquirido en un Bazar Chino. Que los torpedos sean de fibra y las literas de algodón.
Parece ser que construimos un submarino que no garantiza su flotabilidad. Todo por una tontería de sobrepeso. Se propusieron adelgazarlo con una dieta de 814 millones de pesetas ¿Os acordáis de ellas?, (el submarino tozudo que se negaba a subir a la superficie, costo 2,124 millones) cuando lo más natural/racional, hubiera sido recurrir a esos alemanes y americanos antes aludidos que son primores en estas construcciones y hasta sus submarinos, viene con métodos de empleo e instrucciones de manejo: Te regalan un ping simulando un periscopio y hasta opciones para ponerle un GPS.
El logotipo en las carcasas de los torpedos…, a voluntad. Desecharon la idea confiando en nuestros Ingenieros Navales que por lo visto, trabajaban sin planos y a ojo de mal cubero, (Uno de ellos, se encuentra proyectando un Metro en el Desierto del Sahara para traslados de camellos y el otro, construyendo una Factoría Desaladora a 600 kilómetros del mar. Se comenta que otro de estos ingenieros, logro que las lechugas crecieran para abajo en vez de para arriba)
El submarino que no sabía nadar debido a su obesidad mórbida, nos va a costar un pastón. El País “sumergido” en recortes; el bienestar por los suelos y promesas que denigran a quien las pronuncia ejerciendo altos cargos, nos meten en unas “aguas” muy turbulentas. Con la generalizada consecuencia, siempre presente de una impotencia frustrante de tener que pagar los errores de los demás, haciendo constar que la empresa constructora de ese submarino, que ricamente se posada en el fondo del mar y no quería subir, no deja de ser una metáfora consecuente de que en la superficie, lo iba a pasar muy mal.
Que era preferible aislarse. Que no quiere saber nada de lo que van a pagar su “balneario” aquellos que soportan la masacre de recortes. La sanidad, cultura, educación, pensiones. La peor calidad sociedad y cuantías salariales rebajadas. Que lo dejen en el fondo del mar tan agustito él.
El caso es que: ¿Por qué tenemos que pagar nosotros los errores de los demás? Porque la Empresa que ha fabricado un submarino contrario a navegar en la superficie, no se hace cargo de esos deslices y nos meten sus desidias en nuestra alforjas?
-Es sencillo, - alude mi regadera – La Empresa Constructora, es Navaltia, o sea, pública: La encargada de cebar/engordar submarinos para supuestos pagadores visibles que no para defendernos de enemigos invisibles.
Juan Marcelo
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