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-¡Cumpleañooooos felizzzzzzz….! plás, plás plás. (Léase atronadoras palmas)
Complacencia y satisfacción al examinar el regalo de mis hijos y nietos que acordaron bajo colecta económica, hacerme el presente de un Samsung de nueva generación y la pre-asamblearia exigencia de que me desprendiera de mi viejo Móvil que debido a su antigüedad, era pretendido por el responsable del Museo Arqueológico. Mi viejo móvil al que llamo cariñosamente, ”Atapuerca” siempre tenía cobertura. En cualquier rincón de Europa, él siempre estaba en activo. Nunca me dejó colgado. Unas ligeras lágrimas, resbalaron por mis bien “perfiladas mejillas” (Corín Tellado) cuando le cambie la tarjeta y el Samsung me dio la bienvenida. Diez y seis días más tarde, la tarjeta, volvió a “Atapuerca” que me recibió haciéndome la ola: ¡El puto Samsung, distorsiono tanto mi cerebro que estuve a punto de votarle a Rajoy! Si comento los problemas en no saber manejarlo, este escrito pasaría a ser un inmenso pergamino…, hasta el dedito digital, deformó mi mano. Hijos y nietos, comprendieron mi estado febril/atormentado y me eximieron de mi promesa, detalle que nunca he agradecido con tanto fervor/entusiasmo y empecé a vivir de nuevo.
Temía que el autismo tecnológico me amargara una invitación a una comida familiar compuesta por el Clan Marcelo, e intentar que redescubrieran charlas familiares en que todos escucháramos y fuéramos oídos.( Imperativo exigido por mí después de lo pasado con el Samsung) Entrañaba sus riesgos. Once Móviles de última generación nos contemplaba impasible pero deseosos ser manejado. Apunte la posibilidad de hablar de nuestras cosas y del panorama en general.
Asintieron: Desconectaron sus Moviles. iPads y Smartphones y otras tecnología indispensable para la supervivencia y comenzamos a charlar en la sobremesa bajo mi estupor y alarma: Alarma de que mis jóvenes familiares, estuvieran cometiendo una ilegalidad sin el móvil en la mano. Todos los aparatos apagados y nuestras conversaciones se hacía de modo fluido sin que un “clic” del tendencioso y molesto Whatsapp nos molestara. Este caso inaudito, muy difícil de repetir, ha ocurrido y lo relato como primicia. Dos horas y media en una reunión familiar con mayoría de jóvenes, sin que ninguno mirara su Móvil.
Vuelvo a reiterar la ilegalidad del acto en si ya que las Operadoras Telefónicas, no pueden permitirse el desastre de ver a un grupo de jóvenes sin teclear ni mucho menos sin un aparato en las orejas. Me permití premiar esa proeza, ese esfuerzo, esa crueldad a los que les sometí de ni siquiera permitirle mirar de pasada sus Móviles y les anuncie con satisfacción de que ya eran gentes normales aunque sospecho a que una nueva invitación, la vea más lejana que saber dónde han ido a parar los 500 millones de euros de las Tasas Judiciales.
Pero aun me queda la satisfacción y consuelo que ese aparato tecnológico, no puede andar, (la sentencia, no indica que la escriba con cierta reserva/prudencia…, no me fio) No tiene sentimientos por lo tanto, no es previsible demuestre un conato amoroso hacia Ana Mato. Se alimenta de batería eléctrica de poco consumo pero si al usuario le dura un día, ya sospecha que nadie lo quiere. Te limita a que lejos de él, lo demás carece de importancia…, te aburres.
Muchas aplicaciones para un profano en la materia como yo. (Todavía estoy buscando en mi PC si el juego de los pokemone s es una nueva trama o es el mismo que el caso Pokemón con sus múltiples variantes) Mientras mi regadera está en el patio absorta/entretenida con el libreto “Breves sinopsis psíquicas de los votantes del PP” sigo y aprovecho para deciros que el Móvil, no es un objeto que se arrincona y permanece en su ubicación. No es un objeto desechable sino condicionante. Tan mediatizante, que te robotiza y encima, tienes que estar pendiente de él. El automatismo se ha metido tanto en nuestras vidas que me sobresalto ante generaciones actuales/próximas que nunca miraran de frente. Están más pendiente del pernicioso Wassap que saber o interesarse de lo que ocurre a su alrededor. Los esclavos de la comunicaron, vía móvil, ya no saben sostener una conversación sin previa tortura e interesarse por problemas cotidianos en que no vean una imagen reflejada en su pantalla. Hasta esperan de él un milagro cuando lo milagroso es que alguna vez ocurra.
En fin: No estoy en contra del progreso ni pongo freno a todo lo que sea simplificar nuestra aciaga vida pero mucho me temo que a este paso, una “petición de mano” o una boda (inexplicable que todavía exista) se haga a través de un dedito. Una confesión ya la registra los Ordenadores del Vaticano o un Banco te niegue el crédito porque en tu perfil, llevabas bufanda y ahora no la llevas.
Mundo automatizado donde llegaremos a que un robot, acepte o no, tu vida laboral y planifique tu vida afectiva y hasta sexual. (Todo eso mientras recuerdo que al puto Samsung, lo puso mi sobrino en “modo avión” y lo eche a volar desde el Faro de Carboneras) Mientras, acaricio mi “Atapuercas” con verdadera devoción. (Sólo de llamar y que me puedan llamar) Atrás queda diez y seis días de penitencia consciente de que no he cometido ningún “pecado” aunque si lo tenía merecido por “innovador”. ¡Vamos! ¡¡¡Por estar al día!!! (He decidido que el día de mi cumpleaños y demás lindezas/primores, me regalen corbatas que nunca me pondré o una colonia que desecharé por temor a que su olor, la detecte un Móvil)
Juan Marcelo
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