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Recuperar varias obras de Federico García Lorca, versionarlos y enlazarlos creando otra obra diferente y atractiva resulta muy complicado. Sin embargo Pilar Barberá lo ha conseguido con ‘Lorquianas’, que se estrenó en La Trastienda de la Asociación Posidonia, logrando un lleno total en sus dos funciones. La clausura de la muestra del Taller de Teatro tuvo el mejor broche de oro con la puesta en escena de sus alumnas, que dieron vida a Mariana Pineda, Doña Rosita la soltera, La zapatera prodigiosa, Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba y Yerma. Personajes femeninos que estuvieron acompañadas de su propio creador, Lorca, conquistando y emocionando a los más de 120 espectadores que acudieron a esta cita teatral. Los dos pases de ‘Lorquianas’ llegaron a su fin arrancando una larga ovación de un público entusiasmado.
El espectáculo, caracterizado por la austeridad escenográfica se sumergió en las profundidades emocionales de sus protagonistas en una representación tan poética como dramática. Magníficas interpretaciones que estuvieron acompañadas por la voz y guitarra de Lucía Barberá que cantó poemas y canciones de Lorca añadiendo más emoción y magia a una puesta en escena ya emotiva de por sí.
“Quiero felicitar a mis alumnas por el maravilloso trabajo que han realizado, a Diego y su actuación impecable y a Lucía por acompañarnos con su maravillosa voz. También quiero agradecer al numeroso público que nos acompañó, con su energía y calurosa acogida, llenando esta sala durante las dos funciones. Han sido meses de arduo trabajo, pero en base a la respuesta del público y a sus comentarios han merecido la pena”. Así se expresaba, Pilar Barberá, creadora del espectáculo, directora y profesora del taller.
El autor, representado por Diego Armando Alías, va presentando a sus Lorquianas y sus conflictos empezando por “Mariana Pineda” protagonizada por Carmen Amat y Encarna Zapata, donde se mezclan el amor, la libertad y muerte, en una especie de anticipo del destino que correrán el resto de protagonistas. El personaje de la alegre ‘Zapatera Prodigiosa’ (Marisa Vargas) irrumpe para aliviar el drama denso que se genera a lo largo de toda la puesta en escena.
Desfilan, cómo no, la madre (Efrosina Tricio), la novia (Rosalía Urbano), y la Luna (Encarna Zapata) de ‘Bodas de sangre’, personajes a los que Pilar Barberá despoja de lo secundario, sólo asistimos a lo esencial. Los personajes de diferentes obras comparten escenas como en Yerma y Bodas de Sangre, creando una atmósfera áspera y abrasadora que contagió al público la pena y la soledad de la madre velando a su hijo muerto y de la joven campesina que no consigue ese hijo tan deseado.
El autor seguía presentando a sus personajes y llegó ‘Doña Rosita, la soltera’ acompañada de su tía y ama. El drama de la soltería ambientado en una época que condenaba a la mujer a casarse como única opción esperando a ese hombre que la salve del chismorreo y la soledad mientras naufraga su esperanza. Pero dentro de este drama también hay lugar para la risa con la escena entre la tía y ama que arrancó carcajadas dando un respiro al público emocionado.
‘Lorquianas’ avanzaba hasta llegar a la la tragedia que se vive en ‘La casa de Bernarda Alba’. Sus personajes: Adela, Martirio, Angustias, La Poncia y Bernarda, atrapadas por el destino trágico que las persigue constantemente, habitan en una atmósfera opresiva impregnada de odio, envidia, celos y deseo en la que sólo importa la apariencia de la honra.
Las ‘Lorquianas’ son mujeres distintas que, a veces, se parecen mucho al encontrarse bajo la misma opresión de los dilemas, traición o muerte, maternidad o soledad, tradición o libertad, entre otros temas. Siete actrices y un actor, una cantante con duende, una dirección acertada y ese verbo dramático y poético de Lorca que sigue cautivando y encogiendo las entrañas.
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