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La caída libre es una modalidad de paracaidismo que consiste en lanzarse desde una aeronave en vuelo y descender sin desplegar el paracaídas hasta el límite de altura suficiente para poder alcanzar el suelo a una velocidad menor en la que el impacto no provoque lesiones o en el peor de los casos, incluso la muerte.
Durante la caída libre, antes de abrir el paracaídas, los saltadores sienten como “vuelan” pero eso es solo de forma relativa, una sensación engañosa, ya que realmente, siempre continúan cayendo.
Tránsito al olvido
Ya está, se acabó, todo queda atrás, al precipitarme al vacio siento como los problemas se desvanecen, ya no importa nada, el intenso desgarro que sentía por dentro, que ardía en mi interior, se va, se apaga, la situación es diferente, ahora será ella la que va a sufrir, es lo que se merece, revolcarse entre recuerdos y remordimientos, como me gustaría poder insultarla, llamarla puta, zorra, traidora, pero no puedo, la amo, aún la deseo tanto como llegué a desearla, quizá más, ¿Cómo pudo…?
Impactaré contra el suelo en unos minutos, tres desde el salto, ya no hay vuelta atrás, el paso del tiempo es implacable, nada es más poderoso, ni el odio, ni el amor, y yo, yo no puedo dejar de pensar en ella, en realidad no quiero, me tranquiliza recordar su cara, su voz, su boca y sus besos, esos labios que saciaban mi sed y que ahora mi boca jamás volverá a tomar, me voy, ella se queda, ahora comprenderá mi dolor, mi amor, su traición….
Qué diablos estoy haciendo, intento engañarme pero no puedo, la amo y me atormenta su sufrimiento, mil veces entregaría mi vida para que ella no sintiera dolor, mil y una, mil veces y esta.
!!Dios mío, la carta!! tengo que romperla, como pude escribirla, ella no puede leerla y pensar que ya no la amo, he de romperla antes de que todo acabe, rápido. ¿Pero dónde está?, no la tengo, la olvidé en casa, maldita carta y maldito yo, quiero llorar, gritar, decirle que la amo. ¡No hagas caso a la maldita carta!, miente, no la escribí yo, fue el rencor, los celos, el odio…, desde que me lo confesaste he sido otro, la rabia y el resentimiento me invadieron y me esclavizaron, sus palabras mienten una tras otra, créeme es falso, nunca he dejado de quererte, ni un solo segundo, y ahora, ahora ya es demasiado tarde para todo, que necio he sido, voy a destrozar todo cuanto quiero, cuanto amo.
Un momento… !!Aquí está!! Tengo la carta, maldito papel, te romperé en mil pedazos, tus mentiras, tus injurias y tu rencor acabarán aquí, no permitiré que la hagas sufrir, fuera, vete, desaparece, que el viento te lleve más allá de tu odio, ahora solo quiero adorarla de nuevo, sentirla, no abriré los ojos, debe quedar poco, muy poco, mi cuerpo estallará contra el suelo, será rápido, pero ahora necesito más tiempo, abriré los brazos y las piernas, lucharé contra el viento para arrebatarle un pequeño segundo a mi funesto destino, quiero acabar así, pensando en ella, con ella, lo demás no importa.
Minutos antes, en la avioneta, el monitor aguarda
Ahí está, me saluda como otras veces, normalidad, parece que ella no le ha contado nada, ojalá, después de todo fue una tontería, un calentón, tengo que disimular, espero que no se me note nada, necesito concentrarme para que este sea un vuelo igual a los demás, ha pedido saltar el primero, mejor.
Desde que soy monitor de salto en paracaídas siempre me he preguntado por que traen a sus parejas a que los vean saltar desde el avión ¿Por qué la trajo? ¿Por qué la invitaste? ¿Para demostrarle que eres un valiente? Deberías saber que cuando amas a alguien sufres al verlo poner su vida en peligro, es de lógica, he tenido aquí mareos, incluso desmayos. A ella, aún lo recuerdo, cuando lo vio saltar al vacío el corazón le estallaba en el pecho, le faltaba el aire, debe quererlo tanto, es un afortunado. Ella comenzó a sollozar desconsolada, estábamos solos, hablé con ella, la consolé, la acaricié, la abracé, mi boca rozó su cara, se humedeció con una lagrima, la besé y sus labios besaron los míos, fue como un sueño, quizá lo fue, quizá no pasó nada.
Ya le toca a él, pero me indica con la mano que no va a saltar, bueno, no pasa nada, que salte el siguiente. Lo miro y lo noto inquieto, ahora se está quitando el paracaídas, no debería de permitírselo pero prefiero no hablarle, sigue cabizbajo, como ido, ya no estoy tan seguro de que ella no se lo haya confesado.
Los demás comienzan los saltos, intento no mirarlo pero en breve nos quedaremos solos, una situación incómoda que se me va a hacer interminable, ya han saltado todos los demás, solo quedamos él y yo, sigue paralizado, frio, inexpresivo.
Ahora se ha levantado, me mira y viene hacia mí ¿Qué le digo? ¿Me gritará? ¿Me golpeará? Lo tendría merecido, pero quizá solo quiere hablar, sonríe aunque no dice nada.
Pero que… ¿Qué haces? Se ha tirado, !! se ha tirado sin paracaídas!!, tengo que salvarlo, soy el responsable, su paracaídas está ahí, si lo cojo y salto tras él quizá pueda agarrarlo a tiempo.
Tengo una mínima posibilidad de conseguirlo, pero el tiene que ayudarme, todo esto es una locura, está descendiendo demasiado rápido, no voy a llegar. Le grito, “Me estoy jugando la vida por ti ¿qué más quieres que haga? Lo siento, fue un error, una estupidez que al fin y al cabo no significó nada, sin embargo esto que has hecho imbécil, es el fin, ella te quiere a ti, lo vi, lo sentí, no podré esperar mucho más para abrir el paracaídas, idiota, ayúdame, ahora eres tú el que me lo debes”, pero porque grito si ni siquiera me ha visto, no sabe que he saltado, que lo acompaño hacia su muerte, el destino juega con nosotros, se ríe, lo único que voy a conseguir es verlo morir más de cerca, su cuerpo impactará destrozándose contra el suelo frente a mí, esta locura no ha servido para nada, aunque mi salto fue rápido empujado por los remordimientos no ha sido suficiente, tengo que abrir ya mi paracaídas aunque eso lo condene a la muerte sin remisión, la diminuta luz de esperanza que aún queda se extinguirá definitivamente. Pero… noto que estoy un poco más cerca, está encarando al aire, bien, bien, así como te enseñé, abre los brazos y las piernas, ayúdame, me acerco, aunque lo coja será difícil sobrevivir al impacto, casi imposible, pocos metros y doble peso, voy.
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