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Previa consulta a mi profesor favorito, Cojonciano Ceropelotez, y la pertinaz oposición de mi regadera a todo lo que emprendo, he decido ser ministro.
Alguno que no me conoce, pondrá sus manos en la barbilla y contemplándome, pensará: “Jolín: no te puedes fiar; parecía una persona tan normal…” Los que si se precian de conocerme, me miraran con cierto recelo pensando sin duda como han podido soportarme tanto tiempo. “Menuda pretensiones…” dirán otros, pero en mi opinión, de forma precipitada.
Analicemos la cuestión: Admitiendo excepciones a ministros que si cumplen su labor social y vocación de servicio como el Ministro de Asuntos Marginales, hay otros, tipo Soria, que nada ha solucionado y se sabe catalogado como Ministros Inútiles/Inservibles. Pues bien: yo podría ser uno de la clase de este último. Ministros incapaces – especie común en cualquier Gobierno que se precie y fuera de peligro en su extinción – y siempre con mi vista clavada en que son seres fantásticos, maravillosos: Como seres ilusorios recién salido de una novela de Corín Tellado, compitiendo con Marcial Lafuente Estefanía cuyas secuencias está vetada al resto de los mortales.
Quiero ser ministro: Me importan tres huevos del ramo que sea ya que poseo la virtud de estar en todas partes al mismo tiempo. Porque mi mayor cualidad es que sirvo para una cosa que para otra lo cual asumo complacido ya que no es sinónimo de utilidad.
Me veo capacitado para arrastrar lastre de dudosa credibilidad y una alforja llena de plomo. Pasar por un rosario de fortuita humanidad superando dificultades a que llaman honradez con el propósito de pillar cartera. Tengo la innata propiedad de esconder inoperancia para conseguir un sillón que me asiente en el cargo y ver una nítida luz donde los demás solo ven un fugaz reflejo.
Crear un horizonte donde queden despejado antiguos conceptos como el desempleo, la falta de liquidez, la pobreza, una sociedad bajo mínimos…, cosas se me antoja sin sentido y falta de carácter democrático que los demás, no saben paliar. Quizás, por eso, y viendo carencias para ocupar un cargo de tanta responsabilidad, quiero ser ministro...
Quiero ser ministro para demostrar a la sociedad de que el Trabajo, la Sanidad, la Educación son conceptos surrealistas. Que no son deberes pendientes. Que todavía hay grúas y andamios; gozamos de pasillos acogiendo a enfermos en Urgencia y que no son tan urgentes y que nuestros jóvenes ya saben que los Reyes Católicos, eran dos: ni uno más. No hay síntomas de alarma. Los que sin piedras ni palos, traten de que dé explicaciones de la precaria situación en que se encuentran, les llamare anti-sistema. En un Consejo de Ministros, alzare mi voz aunque no tenga nada que decir: Hay que justificar mi sueldo.
Un tiempo con ese cargo y después a la “vida rosa” de vivir como un ex ministro. Sin apuros económicos. Sin necesidad de soportar a gente que antes, en el cargo, me ha criminalizado. Ya no hay relaciones sociales y en las colas del paro, mi figura no se va a ver. Cobrare sin hacer nada. Algún Consejo de Administración de cualquier Eléctricas o en un Banco que cuando ocupaba mi cargo de ministro, he favorecido. Una embajada aunque sea en la Isla Perejil donde me van a exigir menos que lo que se gasta Cristóbal Montoro en hacerse tirabuzones. Pero eso sí: Previsor, me hare arriero de mis caudales lejos de miradas indiscretas. Desaforado pero forrado.
Insisto: Quiero ser Ministro ya que olvido con innata facilidades dar explicaciones de mi posible mala gestión. Camuflare, si es obligado, las palabras cuando me imputen por algo y dejare a la gente embelesada con mi idea de cambiar el emblemático Valle de los Caídos por los que no se pueden levantar. Los Desahucios lo asociaré a gentes de poco aseo personal y la Corrupción como Patrimonio Nacional.
-Te imaginas – pegunto a mi regadera: ¿La gozada de ser Ministro sin necesidad de mover nada? ¿Que el único peso que llevas es la cartera? ¿Qué tu único compromiso es hacer todo lo contrario de lo que el pueblo reclama?
-¡Vaya mañana que llevas! – contesta con airada voz mientras se desprende del libro: “1.158 maneras de entender a un nativo de Adra (Almería)” Resaltas el Vol. 1 en previsión de que haya más volúmenes. ¿Qué pasa si salen los tuyos y son nombrados Ministros?
- Bueno – contesto con cierta seguridad – Ya lo tengo previsto. Desisto de mi idea de ser ministro y me quedo en este volumen. No quisiera ni por asomo que los asociaran a este escrito. ¡Los míos, van a ser muy diferentes!
Juan Marcelo
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