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Tras las elecciones del 20D el PSOE obtuvo el peor resultado de su historia, un fracaso electoral sin paliativos. Fue castigado incluso más que el PP, que había gobernado de forma arrogante durante toda la legislatura, oprimiendo a los ciudadanos, quitando derechos e introduciendo las tijeras de los recortes incluso en los puntos más sensibles de la sociedad.
Parecía que al PSOE le quedaban dos opciones, por un lado acogerse al gran pacto con el PP, lo que sería un durísimo golpe para sus bases y por ende para su futuro ya que se jugaría incluso su desaparición, y por otro lado encabezar un pacto de izquierdas con PODEMOS e IU que era mejor visto por sus bases pero que se le atragantaba y mucho a la cúpula y a incontables hombres de referencia que siguen teniendo mucha voz y peso dentro del partido.
Así que Pedro Sánchez escogió una tercera vía, que ha sido ir directo a la repetición de elecciones, una apuesta muy arriesgada pero dadas las circunstancias quizá la única posible. Aquí el reproche siempre será el hecho de anteponer el partido a las necesidades del país.
¿Cuál ha sido el plan? Renunciando a la primera opción del gran pacto con el PP de forma tajante y aparentar que abría una vía de diálogo con la izquierda pero cogido siempre del brazo de Ciudadanos a sabiendas de que PODEMOS e IU en ningún caso irían con un partido como el de Albert Rivera que pretende imponer políticas económicas neoliberales e incluso con tintes racistas en políticas sociales, de hecho Rivera, que por afinidad ideológica es mucho más cercano al PP indicó una y otra vez que nunca iría en ningún tipo de confluencia con PODEMOS. Parece evidente que el hecho de que Pedro Sánchez se agarrara con firmeza a Ciudadanos impedía cualquier tipo de pacto.
El PSOE ha vendido un pacto imposible para poder darse otra oportunidad electoral de incierto resultado y que las encuestas, para colmo, apuntan a que va a ser aún peor para el porque ahora tiene que explicar a sus votantes el porqué de su manía de pactar con ciudadanos, un partido que el mismo Pedro Sánchez a tachado de ser de derechas y cómo es posible que en su pacto de gobierno no introdujera cambios tan importantes como la derogación de la actual reforma laboral o abolir la ley mordaza, ambas tan criticadas por el PSOE durante toda la legislatura y sobre todo durante la campaña electoral.
Lo demás que hemos vivido han sido “teatrillos” como apuntaba Susana Díaz, que nuestros políticos han llevado con mejor o peor acierto, intentando todos no aparecer como los culpables de la repetición de elecciones, algo que por otro lado tampoco significa ningún drama.
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