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-Preconizo que el fin del mundo, está muy cerca. No es que yo me crea ser un vidente: Aquí tengo al lado a mi regadera que lo puede testificar y dar fe que…
-(¿) …pero – sigo, mientras le echo una fulminante mirada
– observo extraños fenómenos. Muy extraños: Debo de pensar que es un fenómeno paranormal, cuanto menos, el hecho de un exponente político de la arraigada burguesía catalana que pacta hasta con los anti-sistema; es decir: con quienes siempre han recibido el golpe en la cabeza y que esa burguesía ha batallado hasta dejarlos inexistente, en el olvido, para sacarlos de sus cenizas y negocie con ellos.
Tampoco es moco de pavo el hecho de sobrevivir en un País con una crisis hasta las cejas. A una desunión tan favorable para que la bancarrota se arregle. Parece ser que estamos inmersos en la espiral de “no cambiar nada para que nada cambie” Como si esos “adorables” Jinetes de Apocalipsis – el de la Victoria no tiene sentido- entrasen al galope por la Castellana y no pararan hasta la última calleja de mi pueblo dejando a salvo mi Faro.
Desde el Faro de Carboneras, paraje externo que contempla impasible el deterioro de este País de locura sostenible, mi pensamiento me lleva a que ya no basta en pensar en las dos España que alertó cierto poeta, sino que se necesitaría otras más para convertirla en un ente familiar donde reine el caos y el desorden. Donde seguimos dando la talla en corrupción.( Esta semana he contemplado por una Emisión Televisiva, a un “salva patrias” corrupto, riéndose de un pueblo esquilmado camino de su coche oficial) Asociando el hecho, me he preguntado: ¿Qué pasa con las cárceles? ¿Han hecho también un ERE y solo admiten a los ladrones de gallinas?
Encima, machacando al parado que antes no lo ERA mientras los robos a mansalva se suceden dejando a la población a buen recaudo sus listas de parados y la pobreza que deslumbra más que las joyas, diamantes o el oro. Ese oro que tapa bocas y tiene la propiedad de que el ladrón disponga de coches oficiales y prebendas. Ese oro en que las desvergüenzas las encumbren con gran pudor y así continuamos hasta que llegue el día en que tengamos que pedir perdón por habernos robado: Que nos sintamos culpables por no pedir indulgencia para los sátrapas.
Miro de nuevo ese Faro impoluto, vigía constante/permanente de “Carboneras desde el Cielo” que ilumina mis derroteros vivenciales. Pienso en ese proceso: del quebranto social imparable en que ha pasado de lo déspota al absolutismo. De la envidiable calidad de vida cuando en un Hospital, pedias la comida a la carta y hoy los enfermos son expuestos, cual vitrina mórbida, en sus pasillos de Urgencias. Que los recortes en Educación, Bienestar e Investigación, han sido apartados por el “acuciante” proyecto de construir o desechar una España en solitario o que sean tres Españas diferentes.
¿Y el pueblo?
Un pueblo que se ha visto casi obligado a votar siempre a los mismos. A los que por una causa u otra, han tenido la suerte de no manosear rejas. Un pueblo deseoso de mandarlo todo a las cunetas. A los que les llamaban a votar cada cuatro años con un cheque al portador y con ese cheque, hacían y deshacían en su nombre. Que no les llegaban soluciones a sus problemas. Donde las promesas las buscaban en un saco roto y no encontraban a un diputado que supiera firmemente a cual Partido Político pertenece: Que su campo ideológico se confundían con apetencias personales. Un pueblo que estaba harto de ver las mudanzas que hace algunos con patrimonio que es de todos. Ese pueblo que piensa que es un insulto a la evolución humana de nuestros gobernantes ya que dejan vacio la creatividad por un mundo mejor salvaguardando su particular puritanismo con el “yo y los demás”
El Faro; Nuestro Faro de Carboneras, tiene el don de que no puedes apartar la vista de él. Que cada fulgor que emite, no es el mismo que el anterior. Ese influjo de éxtasis contemplativo lumínico, refuerza la imaginación para seguir reflexionando sobre lo que te espera más abajo: Más abajo, vislumbro como Formaciones Políticas de trasnochadas ideas, mendigan acuerdos. Aquellos que dejan las ubres maternas de su existencia y se alían con cualquiera aunque tengan una leche diferente. Todo ello de cara a un sillón traicionando la silla modesta y humilde, aunque esperanzada, que le ofrecía el votante.
Abajo: Mucho más abajo, pienso detenidamente si vivo en un País o son varios. Que el color de la bandera sigue ahí pero hay otra u otras España que se ofusca en desteñirla ¡Estamos como para unir fuerzas! Cavilo, cual alumno aventajado de vidente en fase de perfeccionamiento, que a lo mejor, si llega el Fin del Mundo, sería una agradable tentativa de que antes, nos fusionemos todos. Aunarnos todos en este mundo que no pasa de ser una bola. Mientras, el Faro; nuestro Faro, sus centelleos siguen dando vueltas impasible pero advirtiendo cual guía solidario, del peligro que supone que los barcos de nuevos patrones, no naveguen a la deriva y sigan el rumbo correcto para que no se estrellen contra él. Un Faro; mi Atalaya de Carboneras, donde tendría que consultarle más a menudo.
Juan Marcelo
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