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Tarde o temprano, queramos o no, llegará el día en el que Cataluña se segregue e independice y entonces puede ser que se refieran a nosotros con la palabra ‘hispanos’, no tendrán que utilizar los despectivos ‘charnegos’ o ‘polacos’, denominación genérica por la que somos identificados cuando vivimos cierto tiempo en Cataluña.
Lo de hispanos puede parecernos una manera más de expresar la xenofobia, y lo es en cierta medida, pero ya no tan insultante como lo que ahora circula todavía por esas tierras. Por lo que, no cabe duda, algo habremos ganado en calidad.
Es inevitable, nosotros seguimos diciendo ‘moros’, ‘sudacas’ o ‘negros’ en expresiones también xenófobas, porque realmente somos xenófobos, creo, sin quererlo -> agrada poco que los foráneos trabajen ante la mirada de parados nacionales: ese es el tópico. Por ejemplo, nos jode que cuando llamamos, generalmente, a las empresas de telefonía la voz que oigamos, comiéndose la vocalización, sea de acento sudamericano, o que muchos de los que cargan y descargan mercancías sean rumanos o marroquíes, por ejemplo, y no paisanos.
Por eso, cuando pase un tiempo, y los catalanes se afrancesen, como pasó en el XVII, seremos no ya los españoles que siempre le hemos estado dando por saco, o los charnegos que han ido allí a comer, sino los hispanos; con lo que engrosaríamos ese conjunto americano de países que se arremolinan todavía hoy, pensemos en Centroamérica, en nuestro vocabulario geográfico; y seremos los hispanos de habla castellana, vecinos a la fuerza y de los que pudieron librarse gracias a la poca formación política que tuvieron en aquel momento.
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