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“Vamos a hacer las cosas bien. Sean las cosas que sean, las que toquen, pero bien hechas”. Esto es lo que, en definitiva, viene a decirnos el mensaje de Ciudadanos, y cuidado, que lo que viene detrás es más indeterminado. Por ejemplo, en educación vamos ha hacer las cosas bien, y eso consiste en contentar a todos, sostener un discurso que haga posible la unificación de las actitudes; por ejemplo, el fin social de la educación, eso es lo importante. Luego viene el capítulo de la financiación, de la privatización, de la dotación de personal, y eso es más indeterminado aún porque tiene que haber para todos, es decir, cualquiera puede optar por lo que más le interese y así todos contentos. Esta es la filosofía del populista: todo el mundo puede, sólo basta hacer bien las cosas y veremos, como a la postre, todo funciona a gusto de todos, viene a decir Rivera.
Ciudadanos va a subir, va a subir mucho más de lo que el PP y PSOE creen, y será difícil quitárselos de encima cuando haya picas por todos los Flandes imaginables, algo así como los liliputienses de Gulliver. El mejunje, la mezcolanza en la que se está convirtiendo la apresurada ideología, más bien ideografía, del partido Ciudadanos, es del calibre de la de esos partidos políticos sudamericanos en los que aparece el líder subido en un descapotable y detrás todo quisqui vitoreándolo: los empresarios, los obreros, los funcionarios, los agricultores, las monjas etc. Se parece al Partido Colorado uruguayo en el que votes lo que votes, siempre aciertas porque todo el mundo anhela, por encima del logro, una nación unificada por el sentimiento de la prosperidad y el bienestar. Claro, que eso puedes anhelarlo desde tu casa, desde la mesa camilla de tu casa.
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