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Opinión - Juan Marcelo
(La Regadera) - 14/06/2015

MORIR POR MANDATO

Almeria 24h
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MORIR POR MANDATO


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La directora del FMI (Fondo Monetario Internacional) Christine Lagarde, se queja que vivimos demasiado: Que pasar de los cincuenta es una especie de prorroga que la Comunidad Europea no puede permitirse y muy perjudicial para la economía global. Señala que hay que morirse antes para que fondos y riquezas no se descalabre y llegue a afectar a pimpollos de menos de cincuenta años. Por lo visto, esta mujer luciendo canas, no se encuentra entre los privilegiados que apañan su mortaja antes de tiempo. No debe saber las cantidad de familias que el pertinaz anciano que no se resigna a desaparecer por mandato, es el sostén de muchas familias abocada a la pobreza y miseria y que gracias al terco y obstinado longevo, pueden comer y sobrevivir. Este escrito, quizás no lo lea esta lumbrera de mujer pero no es menos cierto que le doy por saco declarando que tengo 62 años y pocas ganas de morirme. Que mientas respire, me importa tres leches que la feroz economía implantada por ellos, se vaya a tomar…viento.

¡Por fin ha llegado el día! Ya hemos roto las barreras y alambradas que la circundaban.
Ya hemos pasado de ser extraño en nuestra casa a que seamos imprescindibles.

De acorralados en un rincón, a ser protagonistas.
Ya nos prestan atención cuando contamos nuestras guerras perdidas o batallas no iniciadas. Proyectos que quedaron adormecidos y fracasos de los que tardamos en recuperarnos. Alegrías y sinsabores. Tristezas y euforias.

Ya toman en consideración nuestras palabras y ejecutan ideas que teniendo como garantía la experiencia, nos aceptan y reconocen cierta sabiduría.

El abuelo se revaloriza. Al abuelo hay que cuidar. El abuelo se tiene que cuidar.

Del aislarnos y haciéndonos callar despectivamente, han pasado a la intriga de prestarnos atención aunque sea para un fugaz momento; tenernos en cuenta.

El abuelo, su frágil y maleable figura, ya no desmerece:
- Dese luego – rememora mi regadera – Me acuerdo cuando estaba en exposición en el Bazar Chino en la calle dedicada al gran pensador, Julio Iglesias, como observaba a ancianos y ancianas que arrastrados por familiares en sillas de rueda, aparecía en estos familiares un rictus de malestar e incomodidad que no trataban de disimular .Levaban a estos seniles ejemplares…

- ¿Ejemplares…?

- …llevaban a estas seniles personas dando apariencia de resignación aunque se adivinaba fácilmente en los rostros de estos familiares o compañía, señalando al postrado, la tragedia que había condicionado; mediatizado sus vidas en “cargar” con ellos. Pesada carga que asumen por mandato divino y no es cuestión de deliberar.

- Si. Es verdad: - reconocí – Se podría observar en Ambulatorios, Centros Geriátricos o en busca y captura del abuelo desmadrado. La consideración y atención hacia estos ejemplar… ¡¡¡estas personas!!! no era muy idílica. La molestia de acarrear con ello. El deteriorado aspecto físico. Arrugada tez. La falta de dientes y finos labios. Frases balbuceante poco entendible y evidente miraditas expertas a jovencitas/os

- Sobre todo, con la eterna cantinela de que si tuvieran veinte años menos.- aduce mi regadera con cierto sarcasmo - ¿A ver quien es el valiente que le pregunta que hacia cuando el tenia veinte años menos? Atento a la “batallita”.Es capaz de contarte que el, asesoro a Mario Conde para que en el futuro, creara su propio Partido Político.

- Si – admití, posando la mirada en mis bien recortadas uñas - Es probable. Sin embargo, fíjate como la cosa ha cambiado. Como en pocos años, se ha mudado el traslado en una silla de ruedas por un taxi. Han pasado de la acritud a la delicadeza en el trato. De la indiferencia a colocarnos en un pedestal. Medicinas que no falten y revisiones periódicas. Para el abuelo el mas cómodo sillón y el sitio mas refrigerado, (no vaya a ser que un golpe de calor…) Todo es afecto, parabienes y cuidadosos detalles para hacer mas grata la existencia del senil familiar. Ahora bien: tu me preguntaras: ¿A se debe todo esto?

- ¿…?

- ¡Estoy esperando! – apresure a mi regadera con molesta impaciencia.

- ¡Perdón…perdón! – se disculpo - ¿A que se debe todo eso?

- ¡Ah…bueno…! – conteste con indolencia – Es de imaginar que el motivo del cambio sea el contar con el apoyo de un brazo frágil pero consistente. Un seguro mensual pero sin Prima de Riesgo. Una confianza en la economía familiar sin altibajos. El abuelo, el revalorizado mudéjar, alma y líder de una familia rota por la crisis que a duras penas pueden salir del atolladero. El otrora desterrado en su propia casa se erige en el sostén de la economía domestica. Antes no servia para nada y ahora es el punto de apoyo que aferra los cimientos de la casa impidiendo su derribo. El venerable anciano de cabeza gacha y torpes movimientos, como expositor de esa ave Fénix despojándose de sus cenizas. Como cambia la cosa: Una crisis donde no han tenido nada que ver. Una guerra fallida donde no ha tomado parte. Un deterioro social. Una economía por los suelos, ha hecho que el abuelo tenga que descolgar su espada, que ya tenía olvidada, y ponerse al frente del pelotón familiar. Otra batalla sin pausa para descansar. Un otrora ideólogo que forzosamente tiene que ponerse al día. Todo ello cuando ha dejado de controlar lo que es verdad o mentira. Cuando decidió años atrás que la determinaciones de un Consejo de Ministros no le amargara la vida. Ahora tiene que afrontar la vida como si empezara de nuevo. Quizás por ello, la sentencia de Christine “Lagarto” me la trae floja.

- Desde luego – admite mi regadera – razón no te falta Solo hay que darse una vuelta por ahí y vemos con cierta expectación que los asilos anuncian rebajas suculentas a posibles huéspedes. Que las entradas en los supermercados, quien pasa primero por el acceso es el abuelo. Que la única garantía que se exige para la adquisición de un automóvil, un electrodoméstico, un piso, es la firma del abuelo la que avala dichas adquisiciones. El abuelo como garantía presente. Que curioso.

- Si – reflexiono mientras elevo mis brazos hacia el techo en un gesto triunfante pero decoroso – Por la parte que me corresponde, no tengo más remedio que gritar:
¡¡¡Bendita crisis!!!




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