El pasado domingo, el Club Forum estuvo presente en la “Copa de Andalucía benjamín y alevín de judo”. Una competición que estuvo algo deslucida por el tiempo que no acompañó y por las elecciones autonómicas. Ambas situaciones provocaron bajas en la participación de nuestros alumnos. No fue una circunstancia aislada, afectó a muchos clubes participantes. Aun así, la participación fue bastante numerosa, alcanzando los cuatrocientos con holgura.
En la jornada de mañana, los primeros en abrir la competición fueron los benjamines. Francisco Javier Gómez, Marta Maldonado, Sofía Prados y Paloma Rodal fueron nuestros representantes. Sofía consiguió llegar a lo más alto del podio y sus compañeros consiguieron obtener un bronce.
Ya por la tarde, sobre las 16:30, entraban en escena los alevines. Aquí tuvimos a Andrea Granados, Irene Pérez y Andrea Sánchez. Nuestras tres chicas estuvieron muy decididas y dispuestas en hacer una buena actuación sobre el tatami de yudo. Ellas consiguieron hacerse con el bronce. Irene, se encontró con tres rivales muy grandes al estar en un peso de +60Kg. Sin embargo les presentó oposición y no lo puso fácil. Las dos Andreas demostraron tener una actitud muy guerrera y lucharon sus combates deportivamente.
Los chicos, Francisco González, José Antonio Martos y Saúl Muñoz acabaron con un bronce colgado del cuello. Hacemos especial mención en Saúl. Por un fallo de organización su categoría comenzó muy tarde, habiendo pasado casi una hora sin haber salido. Luego, tuvo que disputar casi todos los encuentros correlativos, con un minuto de descanso entre ellos. Al perder el primer enfrentamiento, pasó a repesca y, ahí, fue remontando posiciones hasta conseguir el bronce. La última disputa de la competición fue la protagonizada por nuestro alumno Saúl, quien cerró este evento.
Nuestras más sinceras felicitaciones a los deportistas que realizaron toda una exhibición de deportividad y buen hacer. Fue la primera vez que se encontraron en un pabellón tan grande para competir.
Para nuestras chicas y chicos esta competición les provocó muchos nervios al ser la primera de su temporada, algunos no podían aguantar los nervios al ver tanta gente y tantos niños. Una vez concluida esta jornada de convivencia, están deseando que llegue el próximo.
En cuanto a nuestro criterio y valoración del evento (nos resistimos a denominarlo competición pues, en estas edades, lo que debe imperar es la participación y no el significado más estricto de “competición”), nos hemos quedado con un sabor agridulce.
Sabemos que es complicado organizar una actividad de tal magnitud, convocando a benjamines y alevines en la misma jornada, convirtiéndola en maratoniana para los clubes más lejanos, al tener niños de las dos categorías.
Sin embargo esto es asumible y razonable que no pueda hacerse de otro modo, además de ser un ahorro para el Club al efectuar un solo desplazamiento.
Lo que peor hemos llevado ha sido la mala distribución de la zona de competición de este año. La obsesión por no tener a ningún entrenador cerca de los tatamis (cosa que hemos apoyado, el retirar la silla de entrenador para que el niño no se sintiese tan presionado por algunos de sus mentores, quienes perdían el objetivo de estas participaciones y parecían disputas olímpicas) les ha llevado a tener a los entrenadores “recluidos” en una esquina del pabellón. Esto ocasionó alguna frustración y ansiedad en algunos niños al no ver a sus entrenadores. Incluso algún despiste cuando bajaban del podio para salir, pues la puerta de salida estaba detrás del podio, zona a la cual no estaba permitida acceder por los entrenadores ya que interferían en la entrega de medallas. Así que algunos alumnos había que ir buscándolos entre los pasillos, si no se lo había llevado el padre o la madre sin avisar y tenían que llamarlos por teléfono. Otro de los problemas estructurales, al estar hacinados en una esquina del pabellón, fue que apenas podías ver a los alumnos que participaban en el tatami más lejano, dando sensación de abandono para algunos padres. El problema era que, ni siquiera permitían estar en el otro extremo del pabellón.
En la edición anterior, la zona habilitada para los entrenadores, fue longitudinal con lo cual podías ver a tus alumnos en cualquiera de los tatamis de un modo más próximo, pudiendo estar más atento de tus alumnos, cuando terminaban, salían a por las medallas o abandonaban la zona de competición. Eso ha sido un gran malestar en la mayoría de los allí presentes.
Incluso hemos aceptado y no discutido el despiste en la confección de las listas de competición. En la circular figuraba que el formato de competición, en los pesos con 17 a 32 participantes, se realizarían dos eliminatorias con dos entregas de medallas. Y así sucesivamente, en múltiplos de 16. Tampoco se aplicó esto.
Pero lo más grave fue el arbitraje, algunos entrenadores de diferentes clubes se miraban entre sí asombrados y comentaban, se preguntaban, qué reglamento estaban aplicando ¿el de competición o el adaptado?
Había árbitros que cumplían con el reglamento adaptado y otros no. ¿Se habían leído el reglamento adaptado, confeccionado ya hace tres años? Algunos parece ser que no. Otros no sabían ni de su existencia. Lo peor es que los árbitros se rotaban por los ocho tatamis y los participantes se encontraban con cosas prohibidas, ahora permitidas (o viceversa). Se vieron contras, agarres al cuello, se permitió Hon Kesa Gatame, agarres a la cintura o cinturón para tirar en uki goshi (o – goshi), elevándolo del suelo, Harai goshi… Esto ocasionó algún que otro susto y más lesionados de los deseados (el objetivo que no se haga daño ninguno).
Por otro lado algunos árbitros veían a un niño “contrar” a otro y se lo permitían (otros lo intentaban evitar pero muchas veces ya era tarde), cuando terminaba la acción el árbitro le recordaba al infractor que no estaba permitida esa técnica y no la valoraba. Lamentablemente volvía a ocurrir en más de una ocasión en una misma disputa. Creemos que las acciones prohibidas en el reglamento adaptado, deberían estar sancionadas con shido, de este modo se evitaría su aplicación por parte de clubes que ignoran este reglamento.
Tampoco se debía permitir llegar a la técnica de oro (la disputa termina cuando uno de los dos puntúe, sin tiempo establecido). Se debería aplicar la decisión (Hantei). Aplicar técnica de oro es provocar un sufrimiento innecesario en el niño, máxime sin penalización. Vimos encuentros eternos donde los niños apenas se podían poner de pie del agotamiento.
Hemos de reconocer que algo se ha avanzado. Ya no se ven seoi de rodillas como antaño, pero es necesario matizar más el reglamento y penalizar las mencionadas acciones. Y, sobre todo, un criterio uniforme a la hora del arbitraje.
Lo peor que hemos llevado los entrenadores es tenerles que dar una explicación de por qué ha ganado el otro niño o niña si lo ha hecho incumpliendo las normas porque “maestro/a, tú me has dicho que eso no se podía hacer y mi rival me ha ganado haciendo eso y el árbitro no le ha dicho nada”. A ver cómo justificamos eso.
Nosotros les dijimos que los árbitros están acostumbrados al reglamento de mayores y, cuando tenían que aplicar el adaptado, a veces, se les olvidaba y aplicaban el de los mayores. Pero ellos podían estar orgullosos de haber cumplido el reglamento y perdonar el error del árbitro. Además, a estas actividades venimos a pasarlo bien y conocer nuevos amigos.
Sin embargo, esperamos que se efectúe un análisis de lo acontecido y se revise el reglamento para incluir ciertas medidas (penalizaciones) por no respetar el reglamento vigente para estas edades. Además de su aplicación por todos. Esto no es una opinión de un solo Club. Es un sentir de muchos, que nosotros hemos expuesto.
También deseamos que se tome como una crítica constructiva, con afán de mejorar y ser más justos, pues los participantes tienen un elevado sentido de la justicia en estas edades. Hemos apoyado y estado a favor de un reglamento adaptado, evitando el componente de “alta competición” aplicado por algunos.
Debemos seguir recorriendo el camino, no solo para ver un pabellón lleno, sino para que todos los niños se diviertan, principal objetivo de esta actividad, en las edades de nueve a doce años.
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