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Se puede pensar lo que se quiera, que es por imposición, por ley, pero lo cierto es que los impuestos son actuaciones solidarias con tus compatriotas: paga más impuestos el que más bienes tiene, y recibe compensaciones el que menos dinero tiene. Por tanto, independientemente de todo el entorno, la complicidad, el morbo, la realeza, el privilegio de vida, lo que está claro es que la infanta Cristina de Borbón es una mujer insolidaria con los españoles, y se ha alineado con lo peor de la fauna ibérica, también insolidaria, como ella, y que está en distintas cárceles o a la espera de entrar en ellas. La hermana del rey está imputada, es sospechosa, por dos delitos de fraude a la Hacienda Pública, y por mucho que quiera socorrerla el Estado (Fiscalía, Abogacía del Estado y Agencia Tributaria) al final será partícipe a título lucrativo de los demás supuestos delitos, es decir, los cometidos por la panda Nóos.
Solamente hay una razón por la cual sería una insensatez e incluso un pecado que la infanta entrara en la cárcel: la razón de la realeza, siempre y cuando esta realeza lo sea por la gracia de Dios. Yo creo que toda esa cuita por la que a la infanta no se la puede mezclar en asuntos tan sucios, propios de delincuentes, es porque se piensa que al ser Dios el que puso su gracia en ella, no ha lugar a un enjuiciamiento; y sería un error de incalculables dimensiones condenarla como al resto de los mortales, es decir, como a los súbditos de la corona del Reino de España. En caso contrario, y a pesar de ser una ignominia, la democracia, como tendencia de la sociedad, sería coadyuvante para su entrada en prisión (decía la Pantoja: yo no sabía lo que hacía –como la infanta). Lo dicho: sólo la gracia de Dios sería motivo suficiente para archivar el asunto de su alteza, doña Cristina.
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