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Documento del Mes
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La delegada territorial de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Isabel Arévalo, acompañada por la directora del Archivo Histórico Provincial, María Luisa Andrés y el investigador y farero de Mesa Roldán, Mario Sanz, ha presentado esta mañana el ‘Documento del Mes’. En esta ocasión se trata de un proyecto de voladura submarina para eliminar una peligrosa roca frente al faro de Cabo de Gata y que no se llegó a realizar.
En 2013 se cumplieron los 150 años de la puesta en funcionamiento de dos importantes faros del litoral español: el de Cabo de Gata, en abril, y el de Mesa Roldán, en diciembre. Para conmemorar ambas efemérides, el Archivo Histórico Provincial de Almería dedica el todo el mes de marzo a exponer como 'Documento del Mes' un proyecto que hace referencia a un interesante proyecto de voladura submarina.
El promontorio del Cabo de Gata está situado en la esquina sudeste de la Península Ibérica y, por esta razón, históricamente ha sido un punto de paso y referencia para los navegantes que desde el norte y centro del Mediterráneo navegan en dirección al Este y el Estrecho. Como apoyo al tráfico marítimo, en lo alto de un promontorio que domina la bahía, está construido este faro, uno de los mas importantes del Mediterráneo por el volumen de tráfico que controla y por ser este lugar un conocido hito de la navegación mediterránea desde época fenicia.
El faro comenzó a funcionar en 1863 y fue construido sobre las ruinas del castillo de San Francisco de Paula que fue destruido durante la Guerra de la Independencia. Esta torre de señales marítimas tiene entre sus cometidos dar aviso a los navegantes de la presencia de una peligrosa laja, localizada sobre un arrecife que se encuentra a 800 metros de la punta del cabo, frente al faro, tan solo a 3,60m. bajo el nivel del mar y que ha sido la causante de numerosos naufragios durante la historia. Este accidente submarino (la laja), temido por los navegantes que doblan el cabo de Gata, ha acumulado en los fondos marinos de la zona pecios de toda clase y épocas. Muchos de estos naufragios han quedado documentados e incluso perviven en la tradición oral de los habitantes del Cabo de Gata.
Para avisar de la presencia de esta peligrosa emergencia submarina fueron diversas las soluciones propuestas, aunque finalmente ninguna se llevó a cabo o resultó satisfactoria. El documento expuesto hoy es un proyecto que realizó en 1908 el ingeniero de la Jefatura de Obras Públicas José Molero para destruir esta laja mediante una voladura submarina, tal como se había planificado igualmente para otro caso similar en la zona del Estrecho.
El documento quedará expuesto en el Archivo durante todo el mes de marzo y también se podrá ver a través de la página web del Archivo: www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/archivos/ahpalmeria
LA LAJA DEL CABO DE GATA
La Laja del Cabo de Gata, situada a 800 metros de la costa, frente al castillo de San Francisco de Paula, hoy faro de Cabo de Gata, es un bajo que siempre ha sido peligroso para la navegación. Muchos de los barcos que doblaban el Cabo de Gata para dirigirse a Almería o los que salían de su puerto hacia el norte, se ceñían a la costa, pasando entre la Laja y la costa, donde hay agua suficiente para cualquier calado; pero corrían el peligro de ser empujados contra la costa al menor atisbo de temporal. Si querían evitar este riesgo, tenían que tomar una distancia amplia, para asegurarse pasar por fuera del bajo, pero no siempre hacía bien los cálculos.
En 1613 se hundía, tras chocar con la Laja, la “Patrona Real”, buque que llevaba a bordo al príncipe Filiberto. En 1777, naufragaba tras chocar con la misma Laja, el pinque napolitano “San Francisco de Paula”, justo frente al fuerte del mismo nombre, que se había construido en 1738. En 1797, naufragó ante el fuerte un barco místico español procedente de Alhucemas, que se dirigía a Melilla llevando a bordo al infante Muley Acelema, hermano del rey de Marruecos, que fue salvado y alojado en Almería, con su séquito.
La Laja del Cabo de Gata, que es un bajo de forma algo cónica, que emerge a unos tres metros en una zona rodeada de profundidades de más de veinte metros. Comprobada su peligrosidad, para balizarla, el 22 noviembre de 1864 se colocaba una boya de campana, que duró dos o tres días y fue arrastrada por el primer temporal.
Mientras se pensaba qué hacer para evitar los accidentes marítimos, los barcos seguían cayendo en el punto negro del Cabo. En 1867, naufragaba el brik-barca inglés “Jane Alice”; en 1872, se perdía el vapor inglés “Southampton”; en 1887, encallaba otro vapor inglés; en 1896 lo hacía el vapor “South Wales”, también británico; en 1900, naufragaba el vapor francés “Galatz” y, en 1904, otro vapor francés llamado “La Palisse”.
Viendo el poco éxito obtenido por el balizamiento con boya flotante, se propusieron diversas soluciones, como la colocación de espeques fijados sobre el mismo bajo, que no llegaron a realizarse.
En 1908, la Jefatura de Obras Públicas proponía la voladura del bajo, que es el proyecto contenido en el documento que nos ocupa, firmado por el ingeniero José Molero. El proyecto estaba basado en otro anterior para la voladura del escollo “Los Cabezos”, en el estrecho de Gibraltar, hecho por el ingeniero Enrique Martínez Ruiz de Azua. Éste proponía un calado para que pasase un barco de 8,5 m de puntal, que era el mayor en ese momento, pero el autor del nuevo proyecto hacía sus presupuestos para 11, 13 y 15 m. de calado. El trabajo no era fácil de acometer por la dureza de la roca y las condiciones del lugar. Se descartó la gran voladura porque era complicada de realizar y podía afectar al faro de Cabo de Gata, que se había inaugurado en 1863, incluso destruyéndole. Finalmente, se proponía el sistema de pequeñas voladuras haciendo taladros para colocar los cartuchos de goma 2, que serían entre dos y seis mil, según el calado por el que se optase. El presupuesto oscilaba de entre las 121.128 y 336.604 pesetas, para los diferentes calados. El proyecto nunca llegó a realizarse y la Laja sigue intacta.
En los años siguientes, el bajo siguió cobrándose víctimas, como el vapor francés “Namusco”, en 1926; o el vapor checo “Arna”, en 1928, cuyo pecio es muy visitado por los buceadores, que disfrutan del paraíso de estos fondos rocosos, poblados de innumerables especies de animales y plantas, protegidos desde 1987 dentro del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.
Desde noviembre de 1978, existe un sector rojo en la linterna del faro de Cabo de Gata, que señala la dirección en la que se encuentra este peligroso bajo.
Mario Sanz Cruz
Técnico de Ayudas a la Navegación (farero) de Mesa Roldán
http://www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/archivos/ahpalmeria
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